martes, 11 de octubre de 2011

ENCUENTRO CON LOS SENTIDOS por katherín Vásquez

Una taza de chocolate caliente y espumoso, una tormenta, un cepillo, pasos que se agitan, una nítidas voces que entran en tu cabeza. Todo esto hace parte de una maravillosa historia que te narran a través de todos tus sentidos, excepto uno: el de la vista. Siempre hemos pensado que nuestros ojos son vitales para entender el mundo, pero a través de una maravillosa narración, efectos de sonido y algunos elementos cotidianos, en el stand de la Alcaldía de Medellín en la Fiesta del Libro y la Cultura, te hacen “ver” una historia a través de tus oídos, tu nariz y tu tacto.

Al ingresar tienes tus ojos vendados y, ante la inseguridad que producen las tinieblas, una mano que te conduce y luego una voz en tu oído te llevan a vivir una fantástica experiencia en la que casi puedes vivir lo que escuchas.

Claro que esto no habría sido posible ante cualquier historia, pues la historia que te cuentan allí es la conjunción de muchas historias y, podría decirse, de las historias de la infancia de varias generaciones en nuestro país. Estamos hablando de Rafael Pombo, ese genio de la literatura y otros artes que, en la actualidad, nos deja un legado maravilloso de fantasía y rimas. Es sabido que el nacimiento de la infancia es algo relativamente reciente, pues sólo hace dos siglos que el niño como niño cobra importancia social. En nuestro país es Rafael Pombo el encargado de pensar, hace ya más de un siglo, en los niños y niñas que crecían en esta sociedad y necesitaban oír algo que sus infantiles oídos pudieran escuchar y comprender con agrado.

De una manera u otra, la lectura de las fábulas pombianas está atada de manera indisociable con la infancia de varias generaciones en Colombia. La pobre viejecita, el renacuajo paseador, Simón el bobito, entre muchos otros, hacen parte de nuestra memoria y nuestros más fuertes sentimientos vinculados a esta maravillosa etapa de la vida. Mientras escuchaba una narración inventada con retazos de las fábulas de Pombo, no podía dejar de pensar en el primer libro que recibí como regalo al cumplir seis años: las fábulas de Rafael Pombo para colorear. Aunque en aquella época apenas me acercaba al mundo de las letras, fue a través de mi propia pluma y mi propio color que comencé a tratar de descifrar las bellas letras que se escondían detrás de esos dibujos tan particulares. Incluso, jamás olvidaré, que antes de aprender a leer ya me sabía el renacuajo paseador de memoria y lo repetía como un disco todo el día porque me encantaba su sonoridad y bueno, porque recordaba la importancia de obedecer. (Ahora que lo pienso eso renacuajo era muy libertino y hasta pasaba bueno).

Que bueno que la Alcaldía de Medellín nos permitió, a los asistentes a la Fiesta, revivir y recordar todo lo que en nuestra vida se relaciona con Pombo y sus historias. Un merecido homenaje en el ya casi siglo de su muerte.

Además de Pombo, en esta casita adecuada con diversas actividades me llamó la atención otra que tiene que ver con los sentidos. No alcanzo a imaginar que pasaría si yo no pudiera escuchar ni hablar pero, después de haber vivido una corta experiencia al lado de una persona sordo-muda en uno de los stand, me queda claro que para expresarnos estos sentidos no son necesarios. A través de un tablero, un marcador y un suave movimiento de manos, el chico que atendía el stand nos mostró, a mi hermana y a mi, la cantidad de significados que se encuentran tras unos movimientos de la mano y lo mejor de todo es descubrir que cada símbolo tiene tanta correspondencia con realidad cotidiana, que nos ayuda a comprender un poco el significado que nosotros mismos tenemos de las cosas, las personas y las relaciones. Por ejemplo, si juntas tus dos dedos índice dos veces, significa hermanos; y si cruzas tus manos sobre el pecho, significa amor o que quieres a alguien. Una buena excusa para pensar en lo que significa una relación de hermanos: dos iguales que están juntos, o en lo que significa amar: tener a alguien cruzado en el corazón.

Para terminar no quería dejar pasar una pregunta que debías contestar como requisito para entrar en este lugar: ¿por qué Medellín es una ciudad para leer? En ese momento me bloquee un poco, es cierto que casi nunca pensamos en la importancia de la lectura en una ciudad como la nuestra, que de seguro si estuviera más vinculada con el maravilloso arte de la lectura, dejaría de pensar tanto en violencias y en poseer cosas imposibles. De todas formas acá está mi intento de respuesta: Medellín es una ciudad que siente y como se siente se escribe y como se escribe, se lee.

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