Es considerada la obra más misteriosa de Durero y se caracteriza, como muchas de sus obras, por su iconografía compleja y su simbolismo, La imagen central y más importante es una figura alada meditabunda, que puede ser considerada un ángel, acurrucada en el suelo y con el rostro ensombrecido. Esta dama apoya su cabeza –coronada de hierbas y con el cabello despeinado– en su puño izquierdo, mientras que con la otra mano sostiene un compás. Del cinturón cuelgan un conjunto de llaves revueltas.Esta composición alegórica, considerada una de las estampas más famosas de los antiguos maestros, ha sido objeto de más interpretaciones modernas que casi cualquier otra imagen en arte. José Pijoán afirmó «no hay otra imagen humana tan saturada de pensamiento»,
quien lo escribiò
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