miércoles, 25 de mayo de 2011

LA CASITA DEL TERROR


Siendo Colombia todo un paraíso con diversidad natural, clima tropical, una isla, estar rodeado por los dos océanos, una selva como el Amazonas “pulmón verde de Colombia”, un desierto y hasta la rana más venenosa del mundo se ha convertido en toda una CASITA DEL TERROR un mundo de inequidades, injusticias, falsos positivos, guerra, corrupción, yidispolítica y en general todos los escándalos que a diario se ven en los noticieros del país que evidencian el terror en el que se ha convertido Colombia gracias a las malas administraciones y las malas decisiones que éstas han tomado y ahora con las oleadas del invierno que están azotando al país nuestra sociedad se encuentra más amenazada porque ahora se tiene que enfrentar no sólo a los fenómenos sociales sino también naturales.
Definitivamente no existe más casita del terror que un mundo de diferencias en el que los ricos cada día sean más ricos y los pobres cada día más pobres, en el que sólo se piense en el bienestar particular olvidando una premisa principal que es “el bien general prima sobre el particular”  y generando inconformidad o resentimiento en algunas personas o sectores de la sociedad, todo se ha convertido en un panorama gris, frio, tenebroso, trágico para quienes están al otro lado de la moneda y quienes están simplemente recibiendo las consecuencias de un mal mandato.
Este escrito es más una crítica al país en el que estamos y a las pocas soluciones que como Colombianos estamos ofreciendo, al silencio que quema, a la indiferencia que apoya indirectamente las malas decisiones, a las pocas soluciones y a la poca capacidad de movilización, Colombia se convirtió en una casita del terror y estando todos conscientes de ello simplemente ignoramos las cosas que están pasando y seguimos adelante como si nada, en vez de tomar los ejemplos de otros países que han tenido la capacidad de organizarse y luchar por sus intereses… también es un llamado de atención y una forma de sembrar la duda para que abramos los ojos y nos demos cuenta de lo mal que como agentes de la sociedad estamos.

MÓNICA RESTREPO

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