lunes, 15 de noviembre de 2010

Hoja de vida # 25

En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme nací yo. Crecí en medio de molinos ocultos en las montañas que giraban y hacían tan frías las mañanas y tan refrescantes las tardes calurosas.
Tuve la fortuna de estudiar en un colegio a las afueras de la ciudad, en medio de amplios prados. Recuerdo mi primer día allí, inofensivo y curioso.
Había un bus que me trasportaba al colegio, mi tiempo con mis amigos después de clase dependía del horario del conductor. Con los años quería independencia y autonomía así que comencé a ir en bicicleta. A veces era agotador, pero ahora que lo pienso era divertido, o por lo menos mucho mejor que la rutina en bus que debo seguir hoy en día para poder ir a la Universidad.
Primaria fue agradable, todavía era muy inocente, hasta que llegó bachillerato, ahí fui todo lo contrario, despiadado. Tuve que abrir un pollito a la mitad para mi clase de biología. Un ojo, un riñón, un corazón también hicieron parte de mi exploración….. por nada y abro una vaca entera.
Estudiaba en las tardes y en las mañanas de lunes a jueves. Los viernes era todo un acontecimiento para mí, porque solo estudiaba hasta el medio día.
Esperé con muchas ansias el momento en el que me graduaría del colegio. Quería vivir otras experiencias. Había pasado once años en el mismo colegio, estudiando con los mismos compañeros y ya era hora de que yo conociera nuevos rostros, persiguiera nuevos objetivos.
Luego comenzó la etapa de la universidad. A veces creo que el tiempo va demasiado despacio, pero la verdad es que van tan rápido que me asombro de todo lo que he vivido y de lo que tal vez no me he percatado.
En ocasiones creo ser consciente de lo que quiero, pero dudo a veces de ello. Es como si me reinventara todos los días. Alguien podría decir que soy inestable pero yo creo que son muchas las cosas que quiero hacer y estoy en proceso de darle un orden.

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