Estaba lloviendo cuando decidimos entrar. Estaba medio vacio o medio lleno, da lo mismo.
Una mesa al fondo a la derecha, justo al lado del baño, como en toda casa Antioqueña, estaba esperandonos, era la única con dos sillas disponibles.
Nos sentamos, nos saludaron y nos dieron la carta. Mientras él elegía, yo observaba. Detrás de mí, un cuadro gigante con el rostro de John Lennon, como si quisieran inmortalizar su recuerdo, sus ojos a través de esas peculiares gafas nos observaban constantemente, aquí entre nos, tiene delirios de Mona Lisa, a donde quiera que te muevas, te sigue con los ojos. Que tal que estuviera en el baño ? En fin, ignoré a Lennon y me concentré en las paredes, colores algo opacos, se nota el pasar de los años, sin retoques, sin remaches en los azules pálidos con algunos huecos de cuadros que ya no los tapan. Sólo ví un cuadro en la pared del lado, un florero, algo inverosímil pero allí está. Parece regalo de tía para la casa que el dueño del bar, nunca compró.
Delante de nosotros, algunas mesas, tres o cuatro, no recuerdo. Al fondo, la barra y con ella una decoración algo excentrica, un atrapasueños del tamaño de Jerusalén, fácilmente ha atrapado los sueños de todo el Barrio y de los mismos pendejos que vamos a comer Pizza todos los jueves. Allí, puesto al lado de la entrada y cuñado entre el techo y el piso.
Dentro de la barra, una nevera con productos Cocacola, para la hora que fuimos, ya estaba algo vacía, pero no nos faltó la cerveza, Club Colombia, porfavor y personal de Pollo con champiñones y tocineta, le dijo al mesero.
Crespo, alto y flaco, típico prototipo de BARMAN, pero el man es todo bien.
Muchas más cosas dentro de la barra, pero es que me daba como pena husmear, habia mucho voleo y que pereza estorbar.
Por lo que se observa desde afuera, mil cocas de plástico con pedacitos de jamón, rodajas de tomate, pollo desmechado, champiñones, maicitos, entre otras que no alcanzo a recordar. Obviamente todo empolvadito por el polvito de la masa de la pizza y como si fuera poco, adentro a la derecha, el super horno, sin exagerar de 2 metros de largo, pero es bueno, así nos atienden a todos al tiempo y no aguantamos hambre.
Afuera están las plantas de sonido, pero como llovía, cuando llegamos los estaban entrando, así el sonido se concentró ese día y decidimos irnos apenas acabamos de comer, no hay nada más desesperante que tener que gritar para que el otro te escuche.
Del baño no puedo decir nada, no tuve ganas de usarlo, no por cochino, sino que mi vejiga se aguantó esa vez.
Melissa Acosta
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