Salió del trabajo esa tarde sin ningún deseo, o bueno si, uno, estar solo, caminando por la ciudad hasta lograr llegar a su casa.
Celio camino, y camino. Su cuerpo estaba empapado de calor y amargura. Entro a una tiendita de barrio, había varios señores del tipo adulto jubilado jugando cartas. El tendero estaba concentrado en la televisión, viendo alguna novela mexicana de esas que pasan por las tardes en los canales nacionales.
-Señor una cerveza, por favor.
Mientras tanto sonaba amor sin esperanza y el recordaba desesperanzado el rostro de ella.
Celio sintió como rodaba una lágrima por su mejilla. Prefirió pensar que era parte del sudor. Encendió un cigarrillo, y suspiró.
Nadya Estarita
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