sábado, 26 de febrero de 2011

VIAJE AL SEXO

Estoy en la esquina de una calle que no conozco, el viaje ha sido largo, a lo lejos se acerca alguien que no distingo, ¿quién será? qué hermosa y sexy mujer. No sé qué hacer, solo la sigo viendo mientras imagino que la beso, que muerdo sus cálidos labios y que recorro su cuerpo con mis manos. Pienso acercarme, paso por su lado, estoy tan cerca que puedo rozar su piel, es tan suave, tan tierna, tan sutil como la piel de mi pequeña hija. La siento, respiro profundo, estoy extasiado y su aroma flotando en el aire impregna mi ser, toca en mis oídos una lírica seductora, fuerzo mi voz para hablar pero se reprime dentro de mi, quemándome a gritos, su aroma invade mi visión dibujando sus curvas, su tez blanca y su suave cabello negro, su sexo, su sexo, su sexo lo respiro profundamente.
Giro rápido, la quiero tomar ya, ¿dónde está, qué pasó? Era producto de mi mente, yo dibujé esta mujer perfecta, no era real; corro rápidamente hacia el lugar por donde ha pasado su aroma, no me miente, ella sí existe.
Volteo en la esquina y la veo al fondo tres cuadras más lejos de mí, ¿qué me ha pasado? no lo sé, pero debo alcanzarla. Corro de tal manera que redondeo las cuadras para encontrármela en la próxima esquina que ella cruce; llego a la esquina sin aliento pero me paro firme para hablarle, ella viene de frente hacia mí, me mira y pasa de lado frunciendo su seño, avanza rápidamente. ¿Acaso ella no se da cuenta lo que siento, lo que he hecho, lo que ella me produce, la forma como altera mis sentidos? ¿quién se cree? Giro sin pensarlo, la persigo, ella corre pero no escapara de mí, la alcanzo y de un tirón la sujeto contra la pared, la beso de tal manera que sus dulces labios sangran, ella me escupe y se resiste, pero yo la someto y con fuerza la apreto, no la golpeo porque a una mujer no se le golpea, se le quiere y se le ama.
Subo su falda hasta su cintura delgada, tan frágil y exquisita, ella aprieta sus piernas y esto me excita más, meto mi mano entre su piel y con rigor halo sus panties, los enrollo y los guardo en mi bolsillo; zafo mi correa y mi pantalón, dejo que caigan, y mientras sostengo sus manos con mi mano derecha recorro sus piernas con mi mano izquierda, su cuello con mi lengua, con mi boca arranco su blusa para sentir sus tórridos senos, mi mano derecha impulsada por los celos de mi mano izquierda suelta sus delicadas manos y acaricia suavemente sus senos, no resisto tengo que besarla de nuevo, pero ella con sus manos no me deja.
Balanceo mi cuerpo sobre ella rotundamente, sus piernas ya están abiertas, la penetro fuertemente, en sus ojos hay un cielo nublado que deja caer un par de gotas sobre sus mejillas, su boca entre abierta está a punto de gritar pero parece que su voz, como la mía, en algún momento se ha reprimido, o tan solo grita en silencio.
Entre unos pequeños rasguños y quejas la penetro una y otra vez, lento muy lento, rápido, más rápido, comienzo a moverme con fuerza, se libra una batalla entre nuestros sexos, donde mi sexo golpea con cautela y precisión, con mesura y suavidad, y de momentos con dureza y firmeza, con tal potencia que incluso, con mi miembro, logro levantarla levemente del suelo. Unos gemidos leves junto con su aliento caliente cerca de mi oreja, conviertense en una múltiple penetración: yo con mi sexo y ella con sus ímpetuosos sonidos quese adentran no solo en mis oídos, si no también en mí mente, en mi piel, en mis sentidos. Mi sexo que se enrojece cada segund, sin perder su motivación, golpean constantemente, tomandose tan solo pequeñas pausas,ahogando el tiempo para pensar. No quiero que todo termine de repente, no hasta que ella se arrepiente del desprecio, del desplate que me ha hecho, hasta que sus gemidos estallen y queden embelesados de mi ser.
Tomo un poco de aire y respiro fuerte, intentando controlar mi respiración que por unos minutos fue lirica sexual, lirica dentro y fuera de esta tierra, una respiración agitada y constante, con tal armonía asombrosa entre nuestras sexos, un solo momento captado por dos personas, dos animales que se muerden al juntar sus labios
Ya he regulado mis instintos momentáneamente, nuestros cuerpos danzan en el elipsis de la pasión y quizás del amor, las gotas de sudor ruedan en un compás. doy mis últimos empujones dentro de su sexo y en nuestros rostros se fija un alto grado de satisfacción y ambos sabemos que es el fin. Mi cuerpo fatigado, mis manos la liberan totalmente,inveitablemnte, no dejo de verla y lo hermosa que es, tanto que me provoca comenzar de nuevo; veo las marcas de mis manos en su cuerpo en su piel suave y cálida que quise amar y por lo visto me excedí y no solo la ame sino también la lastime.
No sé qué hacer, por el momento solo me quito la chaqueta y el abrigo, ella está recostada contra la pared; la halo hacia mí y la beso, ella me besa, me dice que me ama y yo le respondo solo con mi mirada. Mi esposa y yo nos reímos juntos, partiendo de inmediato para ver a nuestra hija.

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