Sentado en aquel banco de color amarillo de cubierta de cuero más bien antiguo, veía como entraba la gente a aquel lugar extraño donde la música variaba entre Vicente Fernández y el Charrito Negro, claro está para darle un toque moderno y hacer mover el bote de aquellos vejestorios sonaba uno que otro reggaetón en el cual estos sujetos en su intento por sentirse jóvenes hacían un show desastroso al agitar sus cansados cuerpos y pelearse el primer puesto del más ridículo de la noche.
Entre copas y festejos vi entrar una linda chica de dudosa reputación que tal vez sea de mi universidad, tal vez no, acompañada de un sujeto alto, robusto con una pinta entre Enrique Iglesias y Johnny Rivera, mejor dicho “típico traqueto paisa” (al cual llamaremos Ramiro) feliz, orgulloso de su acompañante, quizás la más linda del lugar basados en el estereotipo de mujer bonita que tenemos en Colombia (bastante errado por cierto) se sientan y piden una botella de aguardiente, tapa azul para conservar la línea y comenzaron con un brindis y un desagradable beso en la boca.
Ya entrada la noche el tipo con bastantes tragos en la cabeza toma a la niña del brazo y le susurra palabras en el oído pero ella de una forma despectiva trata de alejarlo y le sirve otra copa. En la madrugada se acerco una chica a la parejita y se llevo a la mujer por unos segundos hacia el baño y al volver la moza o acompañante de Ramiro tomo sus cosas de la mesa y discutió por un momento como si estuviera de afán, Ramiro en su notable enojo, saca un fajo bastante grande de billetes y le entrega a la chica 4 billetes de 50 mil y ella se marcha. Este al quedar solo en el sitio y sin haber cumplido su cometido comienza a mirar prospectos a su alrededor y encuentra una mesa en la cual 6 mujeres de no mas de 25 años bailaban al ritmo de aquel porro sabanero, él bastante inseguro se acerca a ellas y comienza a bailar tratando de entrar en su festejo, ellas en su estado de alicoramiento lo acogen muy bien y el tipo de inmediato manda a pedir otra botella de lo que estaban tomando, pasa el tiempo y se empiezan a ir una por una hasta que el tipo decide irse, lo acompaña un mesero hasta la puerta ya que él no podía defenderse solo, se monta en un taxi y parte.
Fue así como transcurrió mi noche en un sitio muy particular donde más de una jovencita universitaria recibió varios billeticos extras solo por dar un beso y ofrecer compañía, pero qué más da, como dicen por ahí “eso desde que venga partido es para repartir” y si por eso les dan unos pesitos extras bienvenidos sean.
David Zapata Madrid
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