domingo, 20 de febrero de 2011

BAR


Él, entro rápidamente a un bar con un letrero rojo intenso que cegaba su vista al más allá, saludo al mesero de siempre y se sentó en la única mesa donde se había sentado todas las noches desde hacía cuatro años, pidió una cerveza, encendió el quinto cigarrillo de la noche y se dispuso a mirar a su alrededor todo lo que pasaba.

En la barra del frente había dos mujeres besándose y era algo increíble para el, un hombre tan varonil, tan “macho” como lo
llamaba su tía Leonor, quien no sabia que Luis era travesti.

Yo estaba sentado en la mesa de atrás hacia más de dos horas y el calor y los olores propios de una noche de bar, me llenaban de sudor. Este antro, estaba lleno de mujeres bailando entre ellas, hombres bailando entre ellos; era raro estar dentro de este lugar estrecho, con no mas que 4 paredes blancas, 3 mesas, 5 butacas, 5 escaleras en la entrada, y un Dj que se dedicaba a poner música incitadora de sexo y desenfrene.

Se toma cerveza, ron, o shots (la nueva moda de ahora); se saca a bailar a cualquiera y se ve gente hasta de 3 ojos.

Un hombre se me acerca y me pide que bailemos, asustado sin entender mucho la situación, digo que no con la cabeza, que soy heterosexual… sudé no lo niego, de solo imaginarme que iba a bailar con otro hombre, se me entrecortó la voz; saqué un cigarrillo y salí a un patio que hay detrás del lugar lleno de piedras y en el único lugar donde se podía fumar.

Volví a la mesa y estaba sentada una mujer, tomándose mi cerveza, y fumándose el último cigarrillo que me quedaba. Sin hacer ningún tipo de reclamo, intenté salir sin que Isabela lo notara; pero al pasar por detrás de ella me di cuenta que su cara se me hacia conocida; era Luis, el macho de la tía Leonor, el de la mesa de adelante, el que miraba con rareza a las dos mujeres de la barra besándose.
Se paró rápidamente y sin ningún tipo de vergüenza, miró con desprecio a la gente, se peinó la peluca que llevaba puesta y salió observando de reojo el letrero rojo.

Pocos días después, me enteré que a Isabela se le había acabado su viaje; ella se había disparado en la cabeza.

Daniel Lema Lema

1 comentario:

  1. Los hermanos Coen te requieren para darle un poco de suavidad a sus películas, bueno, excelente historia

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