Siempre había querido visitar ese lugar, y luego de tener una larga conversación con una amiga sobre todo lo que existía allí, sus calles, las rutas, las texturas y los olores que regularmente se apoderaban de este, así que me inundaron unas ganas repentinas de irme, debía terminar entonces ciertas labores para tomar con determinación esta elección y emigrar.
Comencé a buscar en internet fotografías e información sobre lo que podría hacer, pero todo era muy ambiguo, demasiada información, pero poco profunda, las opiniones de las personas variaban demasiado, y no me quedaba claro que era con exactitud, si habían o no estaciones, así que no tenía ni idea que ropa debía llevar, que idioma tenía que aprender, como debía comportarme, que se comía allí, y cuáles eran las leyes que debía seguir.
Inquieta por todo esto recurrí de nuevo a conversar con mi amiga, pero sus opiniones eran muy extrañas, me dijo que no me asustara, que la única manera de saber que podía vivir allí era visitándolo, así, sin más preámbulos, solo empacando mi maleta y emprendiendo el viaje.
Nunca he viajo sola a lugares muy lejanos, y por eso estoy emocionada por hacerlo, pero ella me dijo que era mejor tener compañía, no sé a qué clase de compañía se refería, pero mientras hacia una gran lista de quien podría ser un buen compañero de viaje, me di cuenta que no me sentía cómoda con ninguno, que no conocía a profundidad a alguien y me daba miedo encontrar muchas diferencias y todo fuera un completo caos.
Así que decidí viajar sola, compre mis tiquetes y me fui con ropa ligera, dispuesta a sentir fluidos, sonidos, texturas, tomando mis propias medidas, construyendo mi versión, porque al parecer cada quien tiene una única experiencia cuando llega allí.
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