sábado, 26 de febrero de 2011

Visita al Bar.

La ciudad sin que nos demos cuenta acontecen situaciones todos los días y permanecen escondidas, silenciosas, por esta razón decidí investigar un poco y ver que movimientos culturales se viven a diario en Medellín y sin previo aviso, pero con certeza de ver una buena película asistimos a un cine club en un bar x en el centro.
Es genial cuando estudias algo y lo relacionas todo el tiempo con lo que ves, todo ese mágico mundo del montaje, de ver el mundo en sus detalles, de acercarte donde te pena entrometerte, o donde no cabes por tu consistencia física, o donde no puedes por tu condición humana terrestre sí, porque generalmente observo cosas en la calle a las cuales memoria por acercarme, por preguntar, por indagar, por tocar, pero están en la barrera de lo privado, de lo ajeno, del “respeto” que te hace empuñar y desempuñar las manos por la imposibilidad de sentirlo con los dedos, hablo de eso que hace parte del otro, pero también mío, porque yo lo veo, y está formando parte de mi cabeza.
Me encantó esta salida, porque pude encontrarme con una película alucinante, donde luego de ver durante unos 15 minutos sentía una exasperación terrible, pero fascinante, porque no planeaba irme de ese lugar, teniendo presente que durante dos horas y media iba a tener esa pantalla gigante en frente, y estaba atada a mi curiosidad, aunque mis sentidos por momentos quisieran salir corriendo de ese lugar.
Entonces de vez en cuando aprovechando la luminosidad de la cinta miraba la cara de la gente de al lado, me parece fantástico como en un lugar tan público, rodeado de gente, ese instante en que todos se disponen a poner su atención en la película se convierta tan intimo, tan personal, que todos hagamos un pacto silencioso y desorbitemos nuestro cuerpo dejándonos llevar por todo ese lenguaje audiovisual.
“Entrando al vacio” es sin duda un viaje de colores alucinantes y artificiales, que jamás había visto, es gran representación de lo infinito, es explorar la misma dimensión cósmica a través de una fantasía colectiva. Después de que varias personas desertaron de la peli yo me quedé alimentando el morbo hasta el final, luego camine un poco conmocionada por las imágenes hasta llegar a la parada del bus pensando que consumir sustancias alucinógenas para verla no había sido necesario la cinta en sí sola ya era un gran viaje surreal.




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