Estaba enamorada, si perdidamente enamorada, aquel reflejo instantáneo de ese precioso hombre le había quitado el aliento por unos instantes, y no contenta con eso aquella hermosa imagen, le quito también su sueño. Solo lo había visto por unos instantes, como un fugaz reflejo en su pequeño espejo. Pero estaba segura que ya no podría vivir nunca más sin él.
Desde el momento en que lo vio, no volvió a ser la misma, fantaseaba con él planeaba toda la vida a su lado, podía ver ya en la profundidad, de sus sueños, los rostros de los hijos que habrían de tener, sin haber cruzado palabra con el pensaba en el tono de su dulce voz, un día se levanto decidida a encontrarlo, para empezar a hacer realidad todos los planes que tenia para los dos, regresó al lugar donde lo había visto por primera vez y lo espero, pero ese día ni el hombre ni su reflejo se presentaron, pasaron dos meses, en los cuales la mujer asistía a diario al aquel lugar a la misma hora, hasta que un día por fin creyó ver de nuevo su reflejo, en el pequeño espejo mientras se maquillaba; dejo de hacer todo lo que estaba haciendo y volvió la cara hacia donde había visto su hermoso rostro, pero cuando su mirada lo encontró por fin no estaba solo, como tanto había soñado ella, se encontraba de la mano de una bella mujer mientras con su otra mano llevaba un pequeño coche de bebe. Ella quedo impactada por un momento, pero después de un rato se recupero y entendió que en realidad nunca había amado aquel hombre, sino que a quien amaba era a su reflejo, y se fue feliz pensando en que ya tenía la pareja más perfecta para ella, una creada por ella misma, que nunca la haría sufrir, que la iba a amar por siempre y de la cual nunca se iba a tener que separar.
Natalia Moreno Londoño
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