sábado, 12 de febrero de 2011

VIAJE AL SEXO

Se levantó y en su rostro se veía una inquietante mirada, el azul de las paredes de su cuarto inundaba lo más profundo de su ser, las sábanas le generaban escalofrío y la lluvia acariciaba cada rincón de las ventanas de su cuarto.


Camino tres pasos hacia el baño, se lavó la cara, entro a la ducha y rápidamente salió con el pelo mojado. De su closet, saco la primera camisa que encontró, se puso un pantalón negro y con la cabeza gacha miro el reloj y se dió cuenta que se le hacía tarde para emprender su viaje.

Cerró la puerta de su lugar de vivienda, bajo las escaleras y con un paraguas en su mano camino sin rumbo fijo.

El letargo lo perseguía, no sabía que quería, ni que iba a hacer… saco un cigarrillo de la chaqueta que no se había puesto y lo encendió esperando que un deseo se le cumpliera; tres o cuatro aspiradas y una toz de por medio era lo único que sonaba en aquella noche lluviosa, estrellada y solitaria.

Encontraba en los arboles la única razón para ser feliz y descuidaba por completo sus pasos, su caminar, su concentración… los carros pasaban de prisa y le gritaban palabras urgentes llenas de odio, lo habían dejado de atropellar tres veces y él seguía sin rumbo y sin fe.

Entro rápidamente a un bar con un letrero rojo intenso que cegaba su vista al más allá, saludo al mesero de siempre y se sentó en la única mesa donde se había sentado todas las noches desde hacía cuatro años, pidió una cerveza, encendió el quinto cigarrillo de la noche y se dispuso a nada.

Miraba al resto de la gente con desprecio, no sabía quién era ni cuáles eran sus sueños o si existían, se levanto de la mesa y camino despacio dirigiéndose al baño.

A los pocos segundos, sale una mujer, al igual que Luis tampoco tenía sueños y no sabía si existían, miraba a la gente con desprecio y extrañamente se sentó en la misma mesa de él, termino de fumarse el cigarrillo, se tomo la cerveza que había quedado, se despidió del mesero de siempre y salió del bar mirando de reojo el letrero rojo.

Isabela caminaba vagabunda, se dirigía a algún lugar, seguían pasando los carros de prisa y sin concentración y mirando los árboles veía caer la noche. Solitaria y estrellada por la vida tocia después de 3 aspiradas que le metía a un cigarrillo eterno, sus deseos no se cumplían y su chaqueta estaba totalmente mojada, ahora ella perseguía su propio letargo.

Cerró el paraguas, subió las escaleras y abrió la puerta de su lugar de vivienda.

Su viaje había terminado, miró el reloj y en su closet guardó toda la ropa que le sobraba, camino hacia el baño, entró a la ducha y rápidamente salió con el pelo mojado; las ventanas de su cuarto estaban empapadas, tenía escalofrío y miedo.

Con el alma totalmente inundada, sacó de su cartera un revolver… y sin pensarlo dos veces se disparó en la cabeza siendo Luis.

Daniel Lema Lema

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