La madurez fue ese fruto alcanzado prematuramente el cual él jamás imaginó que se convertiría en un arma de dos filos, tan cortantes cada uno de ellos que de solo pensar en alejarse de uno ya lo tenía peligrosamente cerca del otro. Como diría Hamlet "ser o no ser" (Maduro), pero...
¿En que momento se le presentaron opciones?
Ya era triste cuando a a sus 20, siendo solo un universitario más, era considerado el más anticuado de su grupo de amigos. "Que 20 años no es nada" cantaba Gardel; díganselo al personaje de este relato, quien hace 15 años, en el 2010, ya tenía la edad mental de su aspecto físico de hoy.
Alguna vez le pregunté como se sentía ser constantemente un hombre de 40 o más años sin aparentarlo exteriormente y su respuesta fue un consejo existencialista y un poco moralista sobre el consumismo.
Desde siempre lo he admirado y él lo sabe. Su facilidad para resolver controversias, para socializar o simplemente abrazar a quien urge de un gesto afectuoso, fueron tan solo algunas de las tantas cosas que me lograron cautivar de su historia de vida aunque, siendo sincero, cuando presencié su graduación como comunicador audiovisual lo noté un poco decepcionado e inexperto; lo segundo era mas que obvio, pues nadie se gradúa siendo el mejor en su profesión o eso fue lo que pensé en aquel momento, por que cuando vi su primer largometraje o cuando hizo historia en la televisión colombiana con sus telenovelas fuera de lo común, logró conmoverme y hacerme confiar de nuevo en las producciones audiovisuales nacionales. Pero tanto éxito parecía no tocarlo pues quienes lo conocíamos mejor sabíamos que las sonrisas en eventos sociales y la cordialidad en sus discursos no eran más que una pantomima para ocultar la soledad de su alma, aquella atropellada muchas veces por corazones sin corazón luego de los cuales no puedo evitar pensar si es que estoy en presencia de un masoquista de primera, pues jamás le he visto intención de negarse a un romance bueno, hasta ahora pues hace muchos meses que nadie da razón de él y lo único que se me ocurre es venir a buscarlo a en su santuario, en su embajada del paraíso en la tierra, la cual se esforzó tanto en construir y acomodar a sus antojos. Una casa inmensa llena de flores de todo tipo y con una amplia zona para los animales pero, más que esto, lo que llamaba la atención era un sendero de casi dos cuadras llenas de guayacanes amarillos y no exagero cuando digo que si algún color tiene el paraíso ha de ser este, pues cada que florecían era como si Dios mismo soplara sobre la tierra y la iluminara.
Paso por la reja principal y no me abre el mayordomo como es costumbre sino que está entreabierta, paso bajo los guayacanes que me arrojan suavemente su caricia amarilla. Doy la vuelta y entro por la puerta de atrás, subo las escaleras apresurado tratando de llegar pronto a su habitación y no lo encuentro allí; cuando bajo de nuevo las escaleras lo veo en su recibidor donde toca su bien mas preciado, su piano de cola, mientras llorando entona una triste melodía dedicada a su único y verdadero amor, esa única mujer que fue capaz de darlo todo por él y que ya cumplía 5 años de fallecida, su madre.
Hoy, a 8 días de cumplir cronológicamente 35 años y en su mente, como dice el título de este relato, pasando por los duros 70 año, llora desconsolado como un niño pequeño ante la perdida de aquel primer y único amor verdadero que todos tenemos y que cuando está ausente, la madurez no es una herramienta útil para llenar su vacío.
FIN
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