Luego de mi último viaje al
Festival de Cannes, tras ganarme el premio a Mejor Director y Mejor Guión con
mi última película regresé a casa (en Chile), recordaba sentada en el sillón de
la sala, ese del que la única vista es un ventanal que da al mar y hace mucho
frío.
Inicialmente me gustaba la
fotografía, luego de tres semestres me dí cuenta que apesto para eso, aunque
noté que creando historias soy buena. Desde allí escribí guiones, encontrando
lo que me encantaba hacer. Tuve varias crisis por quererlo saber todo, por
controlar todo el conocimiento que me fuera posible, quería cambiar el mundo,
acabar con las injusticias, ayudar a los animales indefensos. Me dí cuenta que
solo podía cambiar el mundo de una manera, con mis películas.
Sentada sola en mi casa
pienso que nunca más volveré a casarme, después de mi matrimonio en Las Vegas
que duró solo 20 días me doy cuenta que lo peor que puede pasarle a alguien es
casarse. Es un invento de la sociedad y de la iglesia católica para mantener a
la mujer en casa como un objeto de procreación. ¿Hijos? Lo he pensado tanto que
lo tengo muy claro: Nunca.
Ahora suena la puerta,
seguiré recordando después qué era lo que tanto deseaba y odiaba del mundo. Es
mi amiga Natalia que viene a visitarme, creo que iremos a esquiar mientras se
queda por este fin de semana. La semana entrante me encontraré con Quentin para
seguir nuestra conversación acerca de la próxima película que haremos juntos.
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