jueves, 7 de octubre de 2010

Vivo el 2025...

(#26)Ese tarde de finales del 2012 caminé y caminé, crucé la puerta y me senté a esperar pacientemente a que mi nombre fuera pronunciado y junto a él, el titulo comunicador gráfico publicitario…nuevamente me puse de pie y continué caminando para por fin recibir un cartón sin el cual no podría avanzar mucho en mi vida laboral, y por tanto, tampoco podría avanzar mucho en mi vida laboral… Un vestido negro y uno altos tacones – que por fin aprendí a usar-, u perfecto maquillaje y el cabello, no hay nada que decir, era mi cabello, despeinado,  exactamente igual que en el siguiente grado como Doctora de la sonrisa…y no crean que era como odontóloga, nop, era cirujana del corazón, y no precisamente de corazones despechados, ni de corazones clínicamente enfermos. Más bien era un grado como pediatra del corazón, un grado obtenido en 2017, cuando cumplí mi sueño de crear una fundación para niños, para todos los niños que necesitaran de un lugar para refugiarse, para comer, para estudiar, para vivir, o simplemente un lugar para ir a jugar, conocer más niños y ser felices.
Pero bueno, ese día de larga caminata y de espera, no fué  la primera vez que tuve que esforzarme por ser paciente… pues esa, la espera paciente, creo que es la frase que define la primera mitad de mi vida. Primero, esperar nueve meses para pode ver la luz del sol en cualquier clínica de Medellín; Después, esperar dos largos años, hasta que llegó la hermanita que no había pedido y mientras tanto, mi hermana mayor me daba el tetero, a mi, la hermanita que tampoco ella había pedido; más tarde tendría que esperar, nuevamente, a tener la edad suficiente y necesaria para ir a la escuela; luego, esperar la edad necesaria para hacer la primera comunión y entenderla – pero lo que entiendo ahora es que nunca fue necesaria dicha comunión.-; seguir esperando a cumplir quince años y celebrar MIS QUINCE, y no los quince de ponqué que esperaba mi mamá… y por fin, en 2004, se acabó la espera por i primer cartón, ese cartón que te abre las puertas para ser “alguien en la vida”, por fin en 2004 tenía mi cartón como Bachiller Medio Técnico En Diseño de Software de la Institución Educativa Concejo de Medellín.  Aclaro que esta fue la peor espera hasta el momento, pues no tenía la certeza de en que colegio podría recibir mi cartón, debido a que cada dos años estrenaba casa, barrio, amigos y colegio. Así, pase primero por el Betel, en Venezuela; después, La Mutis en Manrique; Luego, Pajarito en Robledo, La Mariscal en Robledo, San Cristóbal en San Cristóbal, -entre lo que recuerdo-, y por fin, 10° y 11° en el Concejo.
Esperé, esperé y esperé, hasta aquel día en que recibí mí grado en pregrado, de ahí en adelante, nunca más tuve que esperar, todo lo tenía cuando quería, porque quería, porque no dependía de nadie más que de mi misma y de cómo diría nuestro ex presidente Uribe, trabajar, trabajar y trabajar, frase que desde 2012 se convirtió en la más corta y clara definición de mi vida, desde el pelo, hasta los pies. (por cierto, en el 2012, no se acabó el mundo.)
Obsesiva por el trabajo y mi crecimiento profesional, mientras mi hermano se convertía en padre de gemelos en 2017, yo creaba mi fundación para niños y recibía mi diploma en Mercadeo. Y mientras Mateo y Sofía, lo gemelos,  estrenaban un hermanito – que si pidieron- en noviembre de 2020, obtuve mi especialización.
Pero, en 2022, después de trabajar incansablemente 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año, sin parar, después de años de sembrar para cosechar los mejores frutos, por fón obtuve mi recompensa, el cumplimiento de mi sueño dorado…. Coca-cola…. Y no una coca-cola mega familiar para compartir, era LA coca-cola, MI coca-cola, trabajar con coca-cola y realizar esos comerciales que deslumbran a todos y que ganan todos los premios.
Pero, la mejor recompensa de todas, es que hoy, 30 de julio de 2025, esa recompensa se ve multiplicada, al recibir un premio cannes por la realización del último comercial de coca-cola. (#26)

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