Suena el reloj, son las 4 de la mañana, sonríe y observa la ventana gigante
y transparente, afuera una dulce brisa, al fondo se puede observar los arboles
de guayacán que desde que era niña tanto le gustaron; recuerda cuando los
abrazaba muy fuerte y les pedía sabiduría
y paz, ella siempre pensó que en ellos
se escondían cosas mágicas.
Vuelve y mira el reloj, recuerda que unos años atrás, para ella levantarse
a esa hora, hubiera sido la peor de las torturas, pero ahora las cosas cambian
a un ritmo acelerado.
A las 8 de la mañana sale el vuelo a parís, esta feliz, emocionada, viajar
siempre la apasiono, recuerda los viajes a la costa en el “toro mecánico”, un
carrito destartalado de su tío, los disfrutaba enormemente, abría la ventana,
le gustaba el choque del viento con su cara, se imaginaba que algún día recorrería
el mundo e iría a otras partes, imaginaba conocer otras culturas, otros
cuerpos, otras almas, vivir intensamente sin importar que fueran muchos o pocos
años.
Ahora después de algunos años veía como todos sus sueños se estructuraban y
tomaban una forma sorprendente.
Los bienes materiales siempre tuvo claro que eran importantes, pero no
fueron su única inspiración.
Tiene un piano gigante que la hace enormemente feliz, sobretodo en esas
noches de aquelarre y alegría, de fiestas interminables con sus amigas de ya
hace muchos años, y con sus nuevas conquistas, que dentro de poco se reducirán
a uno solo, al menos oficialmente.
En la actualidad es directora de comunicaciones de una de las empresas más
importantes del país, asunto que le ha facilitado el hecho de viajar, conocer y
disfrutar.
Ha cumplido casi la mayoría de sus sueños, estar a cargo del teatro es algo
que la apasiona y la llena de felicidad, es su hobby más importante, le parece increíble
que después de tantos años por fin su superhéroe haya depositado su confianza en
ella.
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