MI RECORRIDO.
Después de una noche amenazada por las pesadillas, me levanto en mi cuarto, oscuro debido a la hora (4:48 AM), entro en el baño y me lavo los dientes, me quito la ropa y dejo que el agua caliente cubra mi cuerpo. Salgo, me seco y desempaño el espejo para verme el rostro. Abro la puerta y voy de nuevo hacia mi cuarto, donde me pongo crema y desodorante. Me visto lentamente, en orden. Cuando termino me dirijo al espejo y me pongo mis cremas diarias, el bloqueador solar y la crema hidratante. Me maquillo con mi polvo suelto y me dirijo a otro cuarto donde se encuentran mis chaquetas, busco una negra, la tomo del closet y me la pongo. Regreso al baño, me lavo por última vez los dientes. Salgo al corredor, tomo mi maleta y salgo por la puerta principal. Paso la calle y bajo por unas escaleras que dan hacia el centro comercial San Diego, descubro a la mitad de las escalas que hay un hombre sentado en una de ellas. Mi corazón enloquece, paso rápidamente por su lado y corro saltando cada una de las escalinatas, el hombre me llama, pero está tan trabado que no es capaz de levantarse de su escalera. Trabado o borracho, no sé, pero miro hacia atrás y el tipo no está. Rodeo el centro comercial y paso el puente peatonal, espero el bus por 1, 2,5 o 10 minutos. Llega el bus, está muy lleno, pero logro pasar la registradora, una mujer me sostiene el bolso y al poco tiempo encuentro una silla vacía. Pienso. Cuando miro por la ventanilla, estoy en los molinos, es hora de bajarse. Camino hasta una panadería que hay en una esquina antes de llegar a la Universidad, compro un yogurt para antes de entrar a clase. Camino hasta llegar a la portería del lado de derecho, saco mi billetera, muestro el carnet. Voy hacia el CDC, espero a que lo abran, mientras me tomo mi yogurt, hace frío, llega mi profe, lo sigo y cruzo junto a él las puertas para llegar al aula.
POR 38.
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