Justo cuando pienso que la vida es rutina, que cada cosa que hago es un sinsentido que no me lleva a nada, que siempre al final cuando creo tenerlo todo, no soy nada, y se me escapa todo de las manos, aparece ese acogedor mundo de sensaciones, que bien pudiera parecer que a ratos intenta hacer parte de un juego monótono, pero no logra caer a ese punto, aún no.
El objetivo podrá ser el mismo, tocar placeres, saciarse de aquel lujurioso deseo, sin embargo, el recorrido hasta ahora ha sido distinto, las ansias tal vez ayudan a ocultar los nervios de sentir la piel de alguien que apenas conozco, y la misma pregunta ataca mi curiosidad ¿a qué sabes tú?. Omitiendo el espacio entre las ocasionales par de copas, la mente parece querer quedarse sólo con lo que a tu cuerpo en ese instante le interesa, y ahora estas allí, entre la humedad de dos cuerpos (pudiendo ser mas), sintiendo la fragancia del sexo enloqueciendo y agudizando algunos de tus sentidos, y cegando otros.
Normalmente soy paciente, o al menos intento parecerlo, y mi mente luchando contra lo que el cuerpo ansía, me permite usar aun la poco cordura que me queda en ese instante. Procuro sentir, tocar, lamer, oler, besar, oir…..y pobremente ver, es el único sentido que probablemente se desconecta cuando el éxtasis de las demás sensaciones superan lo visible, ¿ y pa’ qué putas quiero ver, cuando puedo sentir?...
Busco con falsa calma, el punto en el que pueda sentir que su deseo explota y sobrepasa el umbral que opone resistencia. No hay reglas, pero si unos pasos claves e infalibles, y explorando en busca del botón que desactivara su cordura y despertara su sucia lujuria, siento sus labios, su cuello, sus pechos…
Ahora estoy frente a su ser, la puerta del placer por la que he estado esperando, y sin vacilar, me adentro a sentir la humedad de aquella cicatriz que con mirada lasciva apenas alcanzo a admirar. La atmosfera que se torna en el espacio, hace sentir que la conociera de toda la vida, me da confianza, y sin escrúpulos me atrevo a tocar y sentir mas fuertemente, un cuerpo ajeno y desconocido y que ahora siento mío.
En el “inmoral” vaivén se aparta la razón de manera involuntaria, no pienso en nada, no veo nada…pero siento mas que nunca, y en el punto mas alto del placer, siento salir mi cuerpo, y correr en el suyo.
Fotografía y redacción: Andrés Felipe Sotomayor R.
Fenomenal, sin comentarios, sencillamente espectacular. Bien escrito, con ritmo, con texturas y especialmente con un "desarrollo" genial.
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