lunes, 23 de agosto de 2010

Viaje al Sexo. POR 38

VIAJE AL SEXO

El sexo es esa sexta comida del día con saborcitos impredecibles, es esa comida que uno disfruta como uno de esos gordos que sufren de gula. El sexo sabe, huele. Se siente en el paladar, en la espina dorsal, en el cerebelo.
El sexo es eso que nos queda de nuestro pasado animal, pero es eso que disfrutamos con todo nuestro presente racional.
El sexo es realidad, realidad con sabor a nube, a sueño. El sexo sabe a sudor, a celulitis a gorditos. El sexo es un movimiento bamboleante de gritos, de silencios, de piernas y de brazos que flotan en un horizonte de fluidos. El sexo es una imagen sin encuadres, sin colores estridentes, con sonidos cambiantes. Es una imagen donde a veces hay 2,3,4 o 6 personas. El sexo es una imagen de intimidad, es mi propio freakshow, es mi radiografía. 
El sexo es todo lo que uno quiere que sea. Es esa comida extra, ese pecado original, ya no tan original. Es ese lugar del cuerpo que siempre se puede explorar, esa otra dimensión, ese otro lugar dentro de un mismo lugar. Es ese licor embriagante que uno promete no volver a probar, sin embargo 24 horas después se sucumbe al deseo, y al calor embriagante de eso que no tiene ni tiempo ni espacialidad.
El sexo es el lugar donde no se es nadie, donde se es uno,  donde no hay críticas, ni exterior. El sexo es esa piecita  interior.

POR 38.

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