miércoles, 31 de agosto de 2011
Descripción de un bar
HISTORIA EN EL ATARDECER.
El sol comenzaba a ocultarse por las montañas de occidente, la brisa movía los cabellos y las palmeras del lugar; en su interior las luces comenzaban a iluminar cada espacio dando un aspecto cálido y tranquilo el cual era acompañado por melodías dóciles que en ocasiones generaban suspiros, tristezas o malos pensamientos. Allí su especialización son los capuchinos, pero entre su carta también divagan los cocteles, las comidas y las cervezas.
Pasado un tiempo, unos cuantos tragos ya acompañaban mi mesa y las dos mesas más que ocupaban el lugar, una en donde estaban una pareja de enamorados, una mujer un poco mas renuente a demostrar sus sentimientos y un hombre que aprovechaba cada canción para cantársela al oído; al otro lado un grupo de amigos, cinco en total, tres hombres y dos mujeres, y entre ellos habían dos que se gustaban, eso lo supe después de un tiempo, después de ver las miradas, los gestos y las caricias debajo de la mesa, pues tal parece que debían ocultarlo frente a sus amigos.
Todo pasaba en perfecta calma, los enamorados seguían enamorados y los amigos seguían divirtiéndose entre palabras, risas y canto. Yo decidí ir al baño después de otros cuantos tragos, al estar en el baño sentí que alguien mas entraba, logre ver por una ranura que dejaba ver lo que sucedía afuera y valla sorpresa, mis sospechas estaban confirmadas las dos mujeres de aquel grupo de amigos se gustaban pues ni se ocuparon de ver quien mas estaba en el baño si no que dejaron que sus deseos tomaran vuelo, vi como sus besos desbordaban pasión, como sus manos intimaban placer; y yo no sabia que hacer al final decidí esperar unos minutos mas dentro de mi baño; la espera no fue mucha pues ellas dieron por terminada mi espera al salir del baño, cuando baje para pagar la cuenta, el grupo de amigos ya se habían ido y los enamorados tomaban un taxi.
Realizado Por: Carolina Vélez Giraldo
Pensándolo bien, no resultó siendo un bar.
La aventura comienza con algo poco habitual a como se llega a un bar. Éramos tres grandes cabezas pensantes, pero en ese instante fuimos tres grandes idiotas que no sabíamos en donde parar. La situación no cambió por algunos minutos… tontos, bobos, idiotas; el calificativo no varió. Proponíamos nombres pero ninguno con tanta relevancia como para llamar nuestro interés, todos queríamos hacer algo fuera de lo común pero no nos acomodamos. La guía, no la conocida por muchos, sino aquella cuyo nombre lleva es de una delicada fruta, fue decisiva en nuestra decisión.
Ellos, con las hormonas alborotadas, lanzaban nombres de bares que sabían que estarían ahí, pero seguí husmeando en un nuevo mundo, en una nueva guía que jamás pensé que estaría viendo. Desde su encabezado -comunidad adulta colombiana- me dejó atrapado, me sentía una persona “madura”, que ya empezaba a conocer los verdaderos placeres de la vida. Las cosas que vi no son tan delicadas, pero sí agradablemente provocativas. Había deliciosas y saludables zanahorias delante de las más fascinantes y seductoras mujeres. Grandes disfraces que jamás he visto en halloween y trabajos como meseras, azafatas y capitanas que no les pagan tan mal como dicen, -les recomendaría mandar sus hojas de vida-.
Mi búsqueda me interesó en cosas que no eran las propias para hacer en ese instante y propiamente con mis amigos, sino era más bien cosas íntimas, tan íntimas que me sonroje al imaginarlas. No detalle mucho en ellas, no era el momento. Por fin, entre tanto club, tanto bar y algunas cositas mucho más interesante, nos decidimos y partimos a tan incitante bar, discoteca, culiadero, pichadero, prostíbulo; en fin, como lo quieran llamar.
Llegamos al sitio, una especie de guarnición que iba a dejar evidencia de nuestro paso por el sitio, ya que en su parqueadero habían unas cuantas cámaras que se lanzaban a juzgarnos por lo que íbamos a hacer. No nos bajábamos del carro, queríamos ver que otros entraran y así tomar el impulso de hacerlo. No tardamos en salir de él.
Al entrar encontramos lo que estábamos buscando toda la noche, nos miramos y con una sonrisa picaresca nos apoyamos recíprocamente. Atravesamos las habitaciones privadas, que no lo eran al parecer, ya que por medio de sus transparentes telas se alcanzaba a divisar lo que estuvieran haciendo. Buscamos el sitio más calmado en donde podamos conversar y disfrutar del show, que afortunadamente, no había salido. No era muy tarde todavía, era alrededor de las 11:20 de la noche. Las luces tambaleaban al ritmo de lo que le ponían, eran las incesantes bailarinas de la noche. La tarima y la barra de pole dance, estaban a punto de sentir la magnitud de las carnes de aquellas esperadas mujeres. El lugar estaba a punto de llenarse, habían más hombres que mujeres, era de esperar. Las meseras, quienes se robaban las miradas antes del show y por cierto, muy bien vestiditas ellas; pasaban de mesa en mesa tomando las órdenes de lo que será la letal o alucinante combinación, tragos y mujeres. Se aproximaba el momento y las meseras tienen que sacar su astucia para que sus otras compañeras no se lleven todo el dinero. Anuncian el gran show, el principal, y así de rápido el encanto de las voluptuosas meseras desaparece. Empiezan las especulaciones de cómo será aquel acto, nuevamente nos miramos, sonreímos y nos preparamos para recibir lo que la gran noche nos tiene preparados.
Las luces bajaron su intensidad, la música cambio y los ánimos y silbidos subieron. Las luces se iban prendiendo por medio de los golpes musicales, y así aparecieron las Venus del local. Sus curvas nos llevaban a los más pecaminosos deseos y caprichos, sus miradas nos trasgredían y nos trasladaban a otro mundo, un mundo que sólo existe en ese momento y en ese lugar. Eran tres bailarinas + seis grandes piernas + tres grandes culos + seis bellos senos que daban como resultado la perfecta armonía a la que estábamos invitados a ver. Cada una tenía su momento especial, en la que las miradas se centraban en ella. Las dos primeras pasaron, gustaron, provocaron; pero ninguna causó tanto impacto como la última. Se trataba de una compañera del colegio, que una vez graduados, nunca podía salir con nosotros; nunca supimos las razones, ni se las preguntábamos. La noche se me vino abajo.
Una vez terminado el show, las bailarinas bajaban de la tarima y se disponían a recibir la generosidad de los clientes que las han acabado de ver. Pasaban enfiladas, una tras otra, por todas mesas del lugar, Estefany (Nombre que no corresponde a mi compañera) era la última. Pasaron por nuestra mesa y mis amigos ni cuenta se dieron de lo incómodo que estaba. Las dos primeras acariciaron a mis amigos desde la cabeza hasta llegar a los brazos y así poder coger el dinero, Estefany hizo lo mismo conmigo, y una vez cogió el dinero me pico el ojo. Esa noche cerramos un trato, pacto o secreto, no con tanta trascendencia como lo acostumbran hacer en los shows privados, pero de igual importancia.
Guillermo López Ossa.
El bar de la Boa
En una estancia de pocas luces, ubicada en toda la periferia céntrica de la ciudad, rodeada por sillas de madera, mesas de madera, una barra, varios tipos de licor y algo más, se concibe el encuentro, la evocación a la compañía, y el sonido de la nostalgia, que emana de los tangos que se reproducen, uno tras otro, desde el fondo de la barra.
Esa estancia que llamaríamos bar, está rodeada por las curvas de una enorme boa, que se arrastra entre las paredes de ladrillo decorando el pequeño lugar. La luz es tenue, el espacio reducido y entre el sonar de la música, se extienden los murmullos de los visitantes.
De la barra, sobresale un hombre, que fielmente acude a éste lugar, solicitando como siempre, una copa de vino tinto; la cual toma sin afán, lentamente, contemplando todas sus características, observando su color, aspirando su aroma y degustando cuidadosamente su sabor; bebe un trago, y deja reposar la copa sobre la barra; al parecer, para el encargado, es grata y conocida, su compañía; sus repetidas visitas al bar lo han hecho más que un cliente, un amigo.
En el transcurso de la noche, el hombre deja la barra en una que otra ocasión, para salir a fumarse un cigarrillo; se retira de su asiento, se para bajo el marco de la puerta, e inhala y exhala pacientemente, el humo. El cigarrillo que sostiene con su mano derecha va reduciendo su tamaño, sin más, lo arroja hacia la calle, ésta misma mano la golpea contra el pantalón, en un intento por retirar de sus dedos la nicotina.
Vuelve adentro, se sienta de nuevo en la barra, toma de nuevo su copa de vino, y termina de beberla toda, dejando en el fondo de la copa poco menos que un trago; seguidamente, pide otra copa, sin mencionar siquiera el tipo de vino, el encargado ya lo supone, y se apresura a servirle, el hombre toma su copa, pero antes de llevarla a la boca, vuelve a apoyarla sobre la mesa y solicita una canción al encargado para justificar el trago que ha de tomarse a continuación; espera el inicio del tema solicitado, escucha las primeras notas, que luego se mezclan con la voz del cantante, y él, a la par lo acompaña, entonando una a una cada estrofa de la canción; aquellos espacios carentes de voz y letra, los toma como pausas para beber de su copa, al finalizar la canción, retoma la conversación con el encargado y pasa así la noche, bebiendo de su copa, sonriendo, cantando, diciendo, escuchando. Continúa ahí hasta tarde, repitiendo las mismas acciones, cada vez más embebido por el vino, por su aroma, su color y su sabor; en un estado innombrable, cerca de la ebriedad pero lejos de ella; en un estado eufórico y agradable. El lugar es enteramente acogedor, es un lugar de disipación y de escape de las cotidianidades, y no en vano, de grata compañía. El encargado es su amigo, éste le aconseja que vuelva cuando quiera, y claro él vuelve en continuas ocasiones, para hacer menester al aroma, al sabor y al color del vino.
Para el hombre, el lugar es una incitación casi precisa al esparcimiento, al placer y al encuentro; el lugar lo acoge y lo detiene ofreciéndole tangos y vino; nada disfruta tanto como la ida al bar los viernes en la noche, solitario, y los sábados, en algunas ocasiones, en compañía. Desde que ingresa en el lugar se refleja en su rostro algo así como una satisfacción esperada; un anhelo de placeres agradables y gratos. Para él, en esa estancia de pocas luces, ubicada en toda la periferia céntrica de la ciudad, rodeada por sillas de madera, mesas de madera, una barra y varios tipos de licor; hay algo más, es la boa quizá, que lo incita a volver.
Por: Natalí Herrera
Por: Natalí Herrera
VIAJE AL SEXO
Sobre la superficie ajena a toda intención física, uno a uno se van incorporando los cuerpos, con el deseo ansioso de la victoria; uno tras otro, van desplegando sus movimientos y sus tácticas.
Sobre la superficie, los cuerpos se sumergen en una especie de juego en conjunto, los pies van entrelazando el objeto del deseo, luchan entre sí por dominarlo, y uno a uno se arrebatan la victoria.
Los cuerpos, recorren la superficie, compiten entre sí, se agitan y se agotan, se sienten inmortales, se extienden ondeantes en esa extensa y plana superficie, invadida por la ansiedad, los nervios y la euforia.
El objeto del deseo, le exige cada vez más a los cuerpos que sucumben ante la ambición de tenerlo. La satisfacción se revela cuando logran vencerse todas las expectativas, los cuerpos se apropian por completo del objeto del deseo y lo llevan hasta el ansiado extremo. Los cuerpos danzan y se desplazan de un lado a otro de la superficie, se entregan por completo al placer.
Sobre los cuerpos un olor a sudor que los cobija, el sonido de las palabras agitadas y el insaciable deseo de la victoria, acompañado de la palabra ¡gooooooool! Que pronuncia del otro lado el comentarista, con tono alto y voz de emoción.
Por: Natalí Herrera
lunes, 29 de agosto de 2011
Sólo para una cerveza
Caminábamos por la carrera 46A, vía principal, ruta de bus, única entrada al pequeño y mejor Municipio de Colombia (Así lo hacen llamar, cosa con la cual no estoy de acuerdo). Íbamos caminando, y ahí estaba, en medio de la cuadra, entre el taller de mecánica “Juanchomoto” y la única y desconocida sede del diario sabaneteño “El periodico”, sí, ahí estaba, “Un Bar” con unas cuantas mesas de madera cada una con sus respectivas sillas o en su defecto butacas (incomodas). Que más da, hacemos cualquier cosa por tomarnos una cervecita bien helada, donde sabemos que pagaremos por una cerveza su valor oficial, no que luego de haberte tomado una, cobren como si hubieras bebido 4. No, eso allí no pasa, lo que si pasa es que cada vez que llegas deseas con todas tus fuerzas que el único, delicioso y cómodo mueble este desocupado, pero no, hoy no es nuestro día de suerte. Hoy está ocupado por una particular pareja, ella lo manotea, el ríe (estoy segura apenas se están conociendo), él la mira con deseo, ella intenta no mirarlo mucho a los ojos, veo que en su mesa tienen dos tequilas (esta fuerte la cosa). Piel trigueña, ojos miel, 1.65 de estatura, poca delantera, pero muy buen trasero (lo note, se paro al baño), digamos que estudiante universitaria, con cara de llamarse como Mónica o tal vez Marcela, pero veo una “M” en ella, a él no le veo como cara de nada o sí, cara de bobo, ni tan bobo, él sabe lo que quiere de ella.
Te gusta esa canción?...siiii…a mi también, hay nooo tan “amigos”. Eso dele más tequila, así cae más rápido. Nos gusta la misma música, dice él, mientras tararea la canción como si la supiera (ridículo) , no, más idiota ella que cree que a él de verdad le gusta. Ahhh se me acabo la cerveza, en su defecto como buena pobre, la plata. Ojalá su noche tenga un final feliz o bueno al menos ella sea viva y disfrute al man.
K Vásquez Guzmán
VIAJE AL SEXO
No es necesario transportarnos en un súper vehículo para hacer este tipo de viajes ya que el vehículo somos nosotros… unos, disponibles a todo momento, mientras otros, solo cuando tienen la ocasión. Hay quien, dice que ese viaje es amor y, así lo sienten; muy diferente a la opinión que tienen otros. “sexo, es sencillamente sexo”.
Nuestra mente, poderosa directriz y casi mágica, transmite lo sublime de su pensamiento a los órganos sexuales de hombres y mujeres, a lo que corresponde sensualmente entendiendo estos su mensaje. Su recorrido no distantes, pueden llevar más tiempo en unos que en otros, e igualmente la intensidad de correspondencia puede variar, ya que la constitución humana difiere en su fisiología. Este viaje al sexo es increíblemente generoso y complejo… en el puede haber química o atracción de pareja, lógicamente, que sin haberla, inclusive, se puede llevar acabo dicho viaje. Y, es allí donde suele complicarse lo armónico del recorrido. Pero cuando la química de dos cuerpos se atrae, es un viaje “cuyo transbordador” puede transportarlos de un “paraíso terrenal” a un sublime cielo azul.
Angelo Muriel Zapata
domingo, 28 de agosto de 2011
VIAJE AL SEXO: DEL AMOR EN LA CONTEMPORANEIDAD
La música suena, los cuerpos se mueven rítmicamente, buscas entre la multitud, cruzas algunas miradas, vas por dos tragos de tequila, pasas entre la gente procurando ese roce de los cuerpos que es tu boleto de salida al viaje de esta noche. Ese corto camino entre la barra del bar y el lugar donde tus amigas te esperan determina el lugar donde vas a terminar la noche: tu cama o la cama de otro. Esperas es momento indicado, probablemente el momento en que a la discoteca no le cabe un cuerpo más, miras detalladamente la ubicación (y los acompañantes) de los posibles compradores de tu boleto y muy lentamente inicias a recorrer ese trayecto a la felicidad o a la frustración. Das una última mirada a tus amigas como esperando su ánimo (y su aprobación) y das el primer paso. Ahí estás caminando hacia la barra del bar y procurando el choque con el acompañante que deseas para tu noche. Pides dos tragos de tequila y esperas que al regreso uno sea para ti y otro termine en la boca que horas más tarde estará en tu boca y, si todo sale como estaba planeado, en todo el resto de tu ansioso cuerpo. Otra vez comienza el recorrido y cuando menos lo piensas ya estás de nuevo al lado de tus amigas que, al igual que tú, se sienten decepcionadas por el fracaso de la misión. Pero el único fracaso no consiste en que el tan esperado “y el otro trago para quién es” no se haya dado, sino en que probablemente esos pasos en busca de un viaje al sexo sean lo más cerca que vas a estar del amor. Si, el amor. Ese maravilloso invento de la modernidad. Ese requerimiento básico para llegar adultez. Ese imaginario colectivo se ha esfumado una vez más.
K Vásquez Guzmán
Que puede ser peor, ¿entrar a un lugar que no te gusta pero acompañada de la persona más especial de tu vida?, o ¿estar en el lugar que más te agrada visitar pero con una persona que no aporta nada en tu vida?. Quizá esto es lo que le suceda a Jessi, o está en un lugar que la aburre o el man con el que está le causa sueño. Digo esto porque yo estoy pasando de maravilla, estoy en un lugar divertido al Sur de la ciudad, es un lugar original y con un ambiente genial, pero este personaje del que les estoy hablando parece que se divirtiera mas cuando el man se va para el baño, o seguramente el no le pregunto a donde quería ir, porque ella prefiere escuchar Rock y Electrónica, que escuchar porros, merengues y reggeton. En la cara de ella se le nota que está pensando “maldita sea, porqué salí con este entumido”. Toda la noche se le ha notado la intención (a Jessi) de pasar un buen rato, pero no es imposible lograrlo, aparte que se le nota la desesperación, cuando se para a bailar, el tipo parece saltando lazo. Si un hombre no sabe bailar, no sabe nada de nada (de aquello), no sabe conquistar una mujer, porque de las cosas que mas le agradan a uno es un tipo que sepa bailar y que te haga reir mucho, pero este tipo, el acompañante de Jessi tiene cara de descachado.
Está comenzando a amanecer, son las 2:00 AM, y como los tragos comienzan a hacer su trabajo en el cerebro de Jessi, ella comienza a ser mas despectiva con el personaje que la acompaña y al contrario comienza disimuladamente a mirar al mesero. Es que los mesero siempre son la salvación cuando una mujer esta aburrida, por lo menos sirven para una deleitar la vista. Pero como no falta el lento, el hombre que la acompaña no se da ni por enterado de lo que esta pasando, y ella en cambio deja ver una que otra sonrisa. Como ya el objetivo es otro, Jessi, ya se para a bailar, eso si sola, aunque el que la acompaña también se levanta a bailar con ella, Jessi lo que quiere es que el mesero la mire, y contemple su belleza, lo que pasa es que hay tanta gente que su objetivo se ve diezmado, pero la discoteca la cierran a las 4:30 am, todavía tiene tiempo para seguir intercambiando miradas con el mesero.
Poco a poco, el “buen” acompañante de Jessi, comienza a sospechar que su amor platónico le está sacando el cuerpo y comienza a decir “vámonos ya”, por su parte ella, se hace la sorda, se va para el baño, se encuentra con su mesero, le da su número telefónico, aclara que el tipo aquel no es su novio, y vuelve a la mesa con ganas de irse. Pero el tipo ya no está.
Hay muchas posibilidades: o Jessi se fijo en el que no era y perdió el verdadero amor, o definitivamente el amor a primera vista si existe y su mesero la atenderá siempre.
Sara Gómez López
UNA NOCHE EN EL BAR
Parque lleras, viernes en la noche, lleno como siempre, entramos al bar habitual, donde la hostess amablemente nos acomoda enfrente de la banda que ya empieza a cantar la canción que para los clientes frecuentes consideramos el himno de bar…. de cualquier malla sale un ratón oyeee.. de cualquier malla... mientras decidimos que vamos a tomar en aquella noche, el mesero nos cuenta cómo se va desarrollando su nueva vida de padre. Finalmente el veredicto fue vodka con naranja; así al ritmo de la salsa fue pasando el tiempo cuando de repente en la mesa de al lado se sienta un caballero de unos sesenta años muy bien acompañado con dos mujeres que a simple vista parecen ser un par de adolescentes; los comentarios en nuestra mesa fueron y vinieron desde lo más incierto hasta lo más retorcido, inicialmente optamos por creer simplemente que era un papa llevando a comer a la hija con una amiguita a este lugar, versión un poco extraña teniendo en cuenta que era viernes tarde en la noche…sin embargo optamos inicialmente por la versión inocente del asunto. Más tarde en la noche se acercaron dos caballeros más a la mesa donde estaban aquellos personajes más o menos de la misma edad del hombre que hay allí sentado. A simple vista notamos que estaban tomando whisky, esto activó nuestra alarma de malos pensamientos y todos hicimos el comentario de “ya sabemos dónde va a terminar esto”, a partir de este momento no hicimos más comentarios inocentes, nuestras miradas pendientes de lo que allí pueda pasar, comentando las cosas más obscenas que se nos ocurren en este momento los tres caballeros y “las dos niñas” abandonan el bar y se montan a una camioneta; de ahí no supimos más de los personajes pero todos terminamos pensando y afirmando que era un par de niñas prepago. El parche sigue igual luego de haber estado concentrados en otros, es tarde, la madruga ya y todo el mundo se ve muy borracho, ya todos caminan de lado cuando van al baño, todos se ven muy alegres cantando y bailando al ritmo de la banda, al igual que nosotros….nos sollamos la rumba como siempre!!
POR: TATIANA CANO VARGAS
VIAJE AL SEXO
Sentado en la cama, pensando en lo que había esperado de este momento durante toda su vida, como se lo imaginaba, como se sentía. El cuarto era oscuro, con una tenue luz que dejaba ver el espacio pero no permitía reconocerlo del todo, que definía su rostro, que le acentuaba sus facciones. Allí sentado, mirando la ventana, recordando su grandísima belleza, su cuerpo, su forma delicada de referirse a él, su cabello suave, sus manos frágiles, pero con miedo de lo que pasaría, de lo que ella pensaría, de lo que sentiría. No se sentía seguro, pero el deseo en su interior lo empujaba a arriesgarse. Eran un sin número de emociones y sentimientos que lo invadían en ese momento, la confusión en su cabeza. Sabía que en cualquier momento ella aparecería a través de la puerta del baño, esperaba impaciente, pero con miedo. Después de unos minutos de larga espera, que se hicieron como horas, término, sonó la puerta del baño y la ansiedad se volvía cada vez mayor. Con un suave movimiento, lentamente, se fue acercando a él, el olor de su cuerpo avivaba la excitación, con un suave murmullo poso su cuerpo sobre él, no sabía si se enamoraría, no sabía si esta sería la primera o la única de muchas mujeres en lo que le restaba de vida. Lo único que no dejaba de pensar era que en la madrugada seria otra persona.
Abrió los ojos, ya podía observar la habitación con claridad, gracias a la luz que entraba por el gran ventanal que iluminaba toda la habitación. Miro atreves del ventanal observando la gran ciudad, voltio si cuerpo con la seguridad que durante tanto años le falto, saco si billetera el bolsillo trasero de su pantalón y dejo sobre un mesa de noche la recompensa por un trabajo bien hecho.
ALEJANDRO MUÑOZ CASTRILLÓN.
sábado, 27 de agosto de 2011
Bar
Eran las 12 del medio día y me fui a café de los domingos junto a mi casa a ver qué pasaba por allí de interesante, entrar ya era diferente, la puerta grande de rejas, lleno de arboles y de piedras, unas mesas, una fuente, un lago, patos y peces… los colores cálidos y tranquilos cafés, rojos, dorados, objetos muy rústicos, una pantalla gigante par el cine, al frente una sala de cine como con 10 sillas antiguas, no se ven muy cómodas, pero si se ven muy para el lugar, libros por montones y sofás por ahí a lo largo de la casa antigua que fue convertida en café y que también es un museo...
Muchos de los que visitan el café, son jóvenes universitarios, algunos adultos que pasan ahí la tarde y quieren tener un momento de reflexión y de tranquilidad, el lugar es muy fresco, sereno y diferente en medio del ruido de la ciudad, pareciera que el campo pasara a la ciudad y comenzara un contexto disímil …Los visitante, concentrados en sus portátiles y yo, simplemente sentada en una esquina del café para observar tranquilamente como las personas interactuaban entre ella, me dedique a hacer mi labor investigativa; el mesero se me acerco, me trajo la carta; mi pedido, una señorita Taylor para disfrutar la tarde…. De pronto, entraron al café dos jóvenes como de edades entre los 20 y 21 años risueñas ellas y muy serias, cada una con su bolso de mano y cuadernos en los brazos, un tanto encartadas pero se veían tranquilas, se sentaron le mesero fue donde ellas, les dio la carta del lugar, hicieron su pedido y se dedicaron a descargar todo lo que traían en sus manos y brazos… Se miraron y comenzaron una conversación que pensé duraría toda la tarde y que mi visitara seria larga y extensa…me imagino que la presentación entre ellas se podía omitir; ¿tema?, los profesores y los amores de la U, un chico, ¿ interesante?, tal vez… o simplemente un chico que las ha hecho sufrir, a una de ellas a Sandra que se ve más intranquila que Claudia que mira como con desconsuelo a su amiga, asientan con la cabeza, se miran y hablan, - “es él, el que me hace infeliz, no lo quiero ver más, me ha hecho sufrir tanto, he llorado tanto por el” -
Esa tarde había poca gente así que el pedido no se demoro mucho en llegar y en para la conversación de las dos jóvenes: un Manuelito Fernández y un Maniarres fue lo que alcance a ver que habían pedido, (conozco bastante del los cafés del lugar pues lo visito mucho) ; continuando con las dos jóvenes: “simplemente no vale la pena” dice Sandra a su amiga al mismo tiempo que abre un cuaderno cargado de información como queriendo evitar el problema de los amores y centrar su atención en el examen de la tarde, las dos miran el mismo cuadernos, sacan calculadora y por lo que noto, finanzas es su carrera o algo relacionado muy con la matemática, cuentas y cálculos…un tanto aburridor para mi
Se preguntan entre ellas, me imagino que no serán solo sumas, por la cara de enredo que tiene estas dos mujeres, la una le explica a la otra 2+2 = 4, 6x5=25 y así el resto de tarde en que se terminan cada una su café…. Para mi sorpresa las dos jóvenes hicieron mi tarde placentera, porque su idea de café era repasar para el examen de ese profesor Carlos que tanto les ha hecho el semestre imposible.
Se pararon, fueron a la caja a pagar, pues se les hacia tarde para volver a su vida de estudiantes…empacaron maleta y simplemente se marcharon del lugar si dejar rastro y sin decir una sola palabra más que Gracias al mesero que esa tarde las atendió.
Andrea Cardona Jiménez
Viaje al sexo
Simplemente una tarde de abril me desperté más intrigado con la vida que conmigo mismo….La noche anterior los sueños habían sido los más extraños que haya podido tener y me sorprendió como mi mente se dejó llevar por los sentimientos y las sensaciones a medida que transcurría la noche, cada momento en mi sueño era algo irreal, sensaciones diferentes que me marcaban y me transmitían más y más sensaciones, ¡únicas!, porque hasta la fecha eso no me había pasado… Era muy joven para sentir tanta dicha con tan pocas cosas, sentía mi cuerpo diferente y tenia mil preguntas para hacerme y para hacer, pero como hacerlas si la pena de lo ocurrido en mi cuerpo, no me dejaba ni hablar, yo era tímido y no quería alertar a la vida de mi existencia, deje que las cosas quedaran así....
Un despertar abrupto, un susto que hizo saltar mi corazón de su lugar, me hizo caer en cuenta que algo de diferente había en mí, pero… ¿Por qué a mí? , ¿Por qué ahora?, ¿por qué esta noche y no otra? , ¿Qué había hecho yo de diferente el día anterior como para que los sueños de aquella noche fueran tan reales? o tal vez… ¿Irreales?
Me senté en la cama, me sobe la cara, no lo podía creer…estaba sudando, alterado, nervioso, pero me sentía satisfecho, de un modo raro pero era una sensación hasta lo mas de placentera…Una sensación tan agradable que sentí que la quería volver a vivir… Pero diferente, de diferente manera y con otra historia…me di cuenta que había tenido mi primer viaje al sexo.
Andrea Cardona Jiménez
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