jueves, 25 de agosto de 2011

Bar

El bar no era muy grande, las paredes estaban decoradas con lo que para mi era papel contact de color rojo y negro en forma de flores alargadas, también recuerdo  un cuadro de John Lennon de color rojo y negro, y un pendón con el nombre del bar (que no recuerdo porque francamente no me importaba mucho). Las sillas eran de madera como las mesas, la luz daba un ambiente cálido y en casa había una vela pegada sobre un candelabro bañado en la parafina seca de otras velas.
Ya eran las 11 pm cuando llegamos al bar y ella ya estaba sentada en la barra sola. Tomaba su bebida por pequeños sorbos como si no quisiese que terminara nunca, y aunque no miró al reloj  ni una sola vez, parecía que esperaba a alguien. ¿A quién esperaría por tanto tiempo una chica como ella? Le pregunté a la amiga que me acompañaba esa noche… Tal vez  a la persona por la que se hizo ese tatuaje, aunque no se podía ver a la perfección que decía ya que el tatuaje iba de hombro a hombro y lo tapaba la camiseta manga sisa que llevaba. Puede que sea amiga del barman, contestó mi acompañante, pero  a mí no me parecía de esa manera, solo habló con el barman para pedir una canción, que sonó al instante y siguió concentrada en su bebida.  Ella tomaba café, no se veía como una mujer que disfrutara  del café de medianoche, pero lo estaba bebiendo lentamente, como por obligación, se lo comenté a mi amiga, a lo que ella respondió sonriendo que tal vez estaba embarazada y se estaba acostumbrando a su nuevo  estado. Yo me reí también, aunque para mí no era eso, la versión de mi amiga la consideraba  más entretenida y menos romántica, así que armamos una novela en torno a eso: La muchacha esperaba a su pareja para darle la infame o alegre noticia (infame), el tipo al que esperaba lo conocía desde la infancia y estaba enamorado de ella desde siempre, pero ella nunca le prestó atención, hasta que un día, ella ebria y con su ánimo por el suelo debido a su fracaso profesional, se enreda con el tipo, y luego de esto ella se esconde, hasta que se da cuenta que está embarazada… lo que la trajo allí esa noche en el bar, a tomar café frío y a esperar a alguien que después de lo ocurrido, era muy poco probable que  volviera a aparecer.
Después de un par de horas y unas cervezas, nos olvidamos casi  por completo de la muchacha, hasta el final de la noche, al irnos miré a la barra, la mujer se había ido y la taza de café vacía seguía en la mesa.


Laura M. Arias Gómez

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