LO QUE PASA EN UN RINCÓN
Es un viernes cualquiera en el municipio de Envigado, donde el ambiente de rumba se empieza a sentir desde tempranas horas de la noche, en este encantador municipio del Valle de Aburrá, hay lugar para todos, hay todo tipo de establecimientos, con toda clase de música para todos los gustos y tipos de personas. Hasta el momento ninguno de los lugares por los que hemos pasado nos llama la atención, unas cuadras más adelante nos encontramos con un pequeño bar llamado el Talón, atraídos por su ambiente un poco oscuro, con una iluminación bastante tenue y mucho rock and roll finalmente encontramos un lugar en donde pasar un rato de la noche de ese viernes que no prometía mucho al principio, pero ahora todo empezaba a ponerse mejor. Entramos al bar y nos ubicamos en una mesa a un costado del bar, al fondo la barra y unas cuantas personas buscando los pedidos para los clientes que casi llenaban el bar, decorado con afiches de las mejores bandas de rock de la historia, Led Zeppelin, Metallica, Guns n` Roses, Nirvana, The Rolling Stones, Aerosmith, entre otras… todas muy buenas… Así es el Talón, pequeño pero acogedor, abierto para quien desee entrar y conocer un ambiente de buena música… Allí en ese mismo lugar al que decidimos entrar hace unos minutos, se encuentran varios tipos de personas, todos diferentes y con historias y mundos totalmente distintos, cada quien iba con su grupo de amigos y otros también que al parecer prefieren estar solos, disfrutar la música y los videos con la única compañía de una cerveza bien helada y un cigarrillo que debe salir a fumar afuera por aquello de esa prohibición de fumar en sitios cerrados y públicos, en fin… Muchas historias, mucha gente allí reunida… muchos rockeros, muchos peludos, muchos locos y artistas… Y allí estaban en el fondo del bar, dos desolados personajes que apenas se notaban entre la gente que iba y venía, en aquel oscuro rincón como escondiéndose de la humanidad y del mundo real, un hombre y una mujer que en lo misterioso de su personalidad apenas si dejaban ver algún sentimiento o emoción por la vida o al menos por el momento que compartían en aquel bar… Ella, una mujer callada concentrada en lo más profundo de las melodías que sonaban y sonaban sin parar, pero con una expresión extraña en su rostro como si no disfrutara nada, como si esa música que parecía gustarle no la conmoviera tan siquiera un poco, solo dejaba ver su capa dura e insensible, como si quisiera ocultarle al mundo algo que solo ella sabía y no debía compartir… Entonces él, su acompañante, trataba de sacarle una pocas palabras para saber qué pensaba ella mientras estaba allí sentada sin decir nada… Pero ni él que parecía conocerla, sabía en qué pensaba aquella misteriosa mujer de cabello rojo y blanca como las nubes cuando no quiere llover, pero ella estaba más en sí misma que en cualquier otro lugar, nada de lo que él dijera la iba a hacer hablar, parecía muda, parecía que tenía mucho para decir pero mejor se guardaba las palabras para después… Él, mientras tanto, parecía ocultar algo, y parecía saber lo que a ella le pasaba, pero temía decirlo, y aún más, temía que ella supiera lo que él estaba pensando, pero por nada del mundo iba a permitir que alguien lo supiera y si ella lo sabía debía hacer algo para descubrirlo y así evitar más personas lo descubrieran. Pasaron las horas, la gente ya parecía estar más alegre que al principio, el licor ya estaba haciendo lo suyo en los cuerpos de los asistentes, y en ese rincón nada parecía mejorar ni empeorar, la frustración y desesperación de aquel hombre, por descubrir a esa silenciosa mujer, parecía incrementar, pero ella no cedía, seguía igual de fría y callada que antes, lo único que variaba de vez en cuando, era su mirada, esa mirada tan misteriosa con la que aparentaba querer matar a alguien… Después de horas y horas en ese oscuro rincón, aquel hombre que trataba de descubrir lo que le pasaba a su acompañante, se paró y se dirigió al baño, y ella sin pensarlo ni un segundo, se levanto rápidamente, camino entre la gente que llenaba el bar, y desapareció, como si huyera de algo o de alguien, como si temiera que algo le iba a pasar si continuaba sentada con aquel hombre extraño que no paraba de intentar meterse en su memoria, ahora estaba a salvo, al parecer… Y él, al no encontrarla busco desesperadamente por entre todas las personas que le estorbaban y le impedían ver bien, ella ya no estaba, y su secreto estaba con ella… El hombre pagó y rápidamente salió del lugar, después de eso nunca íbamos a saber qué pasó con la pareja extraña que estuvo toda la noche en aquel recóndito rincón del pequeño bar de Envigado…
Por: María Fernanda López Mejía
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