Estaban allí los dos mirando al mar; eran las 10 de la noche, sus miradas se cruzaron y fueron cómplices por un instante.
Él dijo- “vámonos, mirar el mar ha perdido todo su sentido desde que las olas me dicen lo mismo. El hotel estará mejor”-, ella no dijo nada, sencillamente asintió y subieron juntos al cuarto del hotel en el que se hospedaban.
De nuevo, el que habló fue él y dijo-“Acá tampoco está divertido, deberíamos hacer algo que nunca hemos hecho, hagamos algo que nos altere, que nos lleve a otros lugares y nos vuele la mente…”-, ella de nuevo asintió pero dijo-“Que bueno, pero que ésta vez nuestro auto sea el cómplice perfecto”, él sólo dijo-“Obvio…es perfecto”.
Se besaron allí en el cuarto, y luego, a escondidas, ya que no querían ser vistos por nadie, bajaron hasta su auto, muy cómodo y amplio por cierto. Él se sentó en el puesto de conductor y ella a su lado, se tomaron de las manos y ella dijo-“Ahora, vamos a hacerlo, vamos al Sexo”, él la miro extrañado y le preguntó-“¿estás segura de lo que dices?”-ella respondió-“Nunca había estado más segura de lo que digo”, él sonrío abrió la guantera del auto, sacó algo y dijo-“Será lo mejor que nos ha pasado en mucho tiempo, así que abróchate el cinturón, ya que el viaje que nos espera es largo, Sexo, queda lejos de acá; primero debemos pasar por cinco pueblos: Abrazo, Conversación, Regalo, Cogida de Mano y Beso, así que mejor nos vamos”-, ella dijo, más emocionada aun –“No importa que el viaje sea largo, el auto es cómodo y este viaje lo quiero hacer contigo, además debemos apresurarnos porque salimos a escondidas para no pagar la noche en el hotel”- Ambos se miraron, sonrieron y en sus mentes solo pensaban lo emocionante que iba a ser su viaje al Sexo.
ISABEL BOTERO
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