Llegamos a eso de las 6 de la tarde, a este hermoso lugar, al entrar una mesera nos saludo cordialmente y paso a ubicarnos en una de las ocho meses que habían es este sitio, este aunque era en la ciudad era alejado del bullicio, del ruido de los carros, estaba en un ambiente tranquilo para ir a hablar y relajarse con algún amigo; este lugar era pequeño, resaltaban los colores verde, naranja y café claro, la primera vista que se tenía era una vitrina donde tenían algunos productos como pasteles, papas saladas, palitos de queso, galletas de corazón entre otros, al lado había un dispensador de granizados tanto de café como de mango viche; una cocina pequeña donde preparaban los productos de la carta como los sándwich, flautas, helados y los cafés que era la especialidad de la casa; las mesas estaban ubicadas de forma vertical, dentro del local habían cuatro y afuera en la acera habían otras cuatro, sus sillas eran de color naranja en la parte de encima de metal, con un mantel color café claro, en las paredes del local habían unos triángulos en tela de los colores ya dichos, los cuales hacían ver el lugar muy exclusivo y muy bien decorado.
Habían llegado solo dos parejas más sin contar la mía, habían dos hombres en el extremo de la mesa, los cuales tenían muy buena presencia y su presentación era impecable, uno era rubio, alto, corpulento y atractivo; el otro era de cabello oscuro, no tan bonito como el anterior pero muy interesante, en las mesas de afuera habían dos señoras, más o menos de 40 a los 45 años, una era muy elegante, tenia cabello corto con rayitos, sus ojos eran claros, y su postura muy fina, su compañera tenía el cabello con abundante canas y una pañuelera que resaltaba en su cuello; yo a cambio estaba acompañada con un amigo.
El lugar era muy práctico para hablar, pues la música se escuchaba en un plano de fondo, no interrumpía las conversaciones; la música eran baladas, instrumentales y en una ocasión de la noche colocaban un rock en español, peor que igual no dejaba de ser lento y suave.
Historia:
Era un día normal, como todos los viernes salíamos del trabajo, la universidad o de la escuela con ganas de dar un paseo a un lugar tranquilo, donde se tuviera la oportunidad de hablar, charlar o hacer algo con los amigos; en este lugar podían entrar personas de todas las edades, no tenían ningún requisito para pasar aquí una tarde deliciosa.
Eran aproximadamente las 5 de la tarde cuando entra al café Felipe, un niño de once años, llevaba un jean azul oscuro con una camisa de cuadros azules, esperaba con ansiedad una niña la cual según sus otros compañeros iría con sus amigas al café, pasaban los minutos y ella no llegaba, estaba preocupado y no estaba seguro si era a este café al que fueran asistir, dos hombres que estaban al extremo de las mesas me miraban y murmuraban, las demás personas que estaban es este sitio me miraban sorprendidos de todo el rato que llevaba aquí, la mesera en varias oportunidades me pregunto si quería pedir algo mientras llegaba esa persona, lo que ella no sabía era que yo solo conocía la niña porque la había visto en el colegio, pero que aun no sabía ni siquiera su nombre; al rato se sentaron en las mesas de afuera 4 niñas, las cuales llegaron haciendo mucha bulla al lugar, de inmediato las personas que allí estaban miraron extrañados porque este lugar era muy tranquilo, ellas de pena se sentarón y bajaron el tono de su voz, fue aquí cuando Felipe intento levantarse varias veces para la mesa de las niñas pero sus intentos fueron fallidos, la pena, el temor hacer rechazado o ignorado le puedo más que las ganas de conocer a la niña; pero a la misma vez se puso feliz porque escucho cuando una de las niñas le decía: violeta que quieres pedir, y ella le responde una copa de fantasía, es en este momento cuando Felipe se para de la mesa feliz, mirando a la niña a los ojos pero no le habla si no que se va del lugar.!!
laura builes caicedo
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