Stio típico de zona rosa, entrada con cover, caro por lo general, decoración típica colombiana al estilo de fonda paisa, recién preparadas para los gustos del común, para los gustos masivos, todo recién estetizado para a que los "niños play" no les parezca "mañé".
Éste es de los pocos sitios que conozco en que los tipos del staff te reciben con cara mala, desconfiando de vos como si fueras un delincuente, hasta el punto de obligarte a abotonarte la camisa o por ejemplo dejar tu chaqueta en una especie de lockers, donde cobran por supuesto por la guardada de tus prendas "prohibidas".
Todo tipo de música, la de moda, reguetón, tropical; obvio no falta la música de pueblo, lógicamente lejos de su hábitat, y así las rancheras y las guascas se ponen a disposición de los borrachines, que a esa hora les importa un bledo el "qué dirán", cantando las canciones que puede considerar obsoletas, pese a que le gusten o no. Igual, lo que ellos canten poco importa ya que la música en este sitio está a todo volúmen.
Es un sitio como todos los demás, no tiene nada de diferente, sin embargo, te cobran como si lo tuvieran, el mundo se convence que es un sitio exclusivo, donde van las severas personalidades, pero que va, si pude entrar yo, puede entrar cualquiera.
Historia:
Se hallaban sentados, nunca aburridos, los tragos los hacían conscientes en vez de embriagarlos. Hablaban, se reían, ellos no querían dormir, tampoco rumbiar, y aunque ellos estaban en ese sitio, su sitio era otro lugar.
Otro mundo los esperaba, el de sus conversaciones; el mundo que Pablo y Melisa imaginaban por aparte mientras se miraban a la cara, era como los preámbulos, llenos de ansiedad y embeleco, era como el amor pero con más bajos ecos.
Todo sucedía, la música vibraba en los oídos, la gente bailaba a su ritmo, y el borrachín en el autoritmo de su compás seguía jugando al levantamiento de codo. Ellos mientras tanto, nulos, mareados, distintos, por el amor mimados, ellos tenían en su mente el dulce gusto de perderse, la teletransportación mental de una noche de amor, de miradas, de abrazos, de charlas y alcohol.
Pero en la noche de los besos todo se parece a su dueño, un beso meláncolico y aligerado, fue la firma para patentar tal predicado y así como su primer y último beso la noche se acabó. No hay más abrazos, no hay más besos, depronto en otra finca o en otro bar, pero sus bocas que sintieron todo eso, ahora solamente sentirán versatilidad, ya que este era el primer sentimiento que les nacía en medio de un bar, sentimiento que se convertirá en juego entre más los toque los aires de la modernidad.
Por: Camilo Andrés López Valencia.
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