En un lugar oscuro, frio e incierto en el que miles de personas viven preparos para abordar un viaje, un viaje que emprende cuando se activa su alarma con el incauto beso, la más mórbida caricia o una simple mirada, y que convierte a aquel tenebroso lugar en algo totalmente distinto: alegre, cálido y luminoso. Niños y jóvenes no están invitados todavía, sólo van aquellos que ya tienen una amplia experiencia en eso, y que pueden resistir al violento viaje.
El recorrido ya todos lo saben de memoria, por esos ires y venires a los que ya están acostumbrados; su equipaje….No, no lo necesitan, entre más sueltos vayan mucho mejor será, sólo llevan cierta “información” que los hacen diferente a los demás. Los viajeros esperan el repetitivo movimiento, que les da la señal de partida, y así empiezan un recorrido de luchas y batallas en el que van quedando atrás los más débiles. El camino a pesar de que lo conocen, se empieza a tornan dificultoso y pesado por el infernal calor pasional del momento, pero es motivado por los gemidos que se oye cada vez más fuerte a medida que se va llegando al lugar.
Al estar ahí los ánimos suben al ver que ese aterrador caucho que les impide llegar al premio, hoy nos los acompaña. Empieza una batalla y se muestra la casta de la que están hechos; cabezazos, latigazos van y vienen. En este punto sólo hay que esperar quién es el último en pie. Éste, el ganador, tambaleando su colita, se va en busca de su premio, al cual pocos han llegado y al que los demás, aburridos y afligido, aspiran a llegar en su próximo viaje.
GUILLERMO LÓPEZ OSSA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario