VIAJE AL SEXO
Un viaje es como una transición, cambio, transformación, renovación. No sólo de lugar sino también de tiempo y contexto. Viajar al sexo es como empezar a construir una historia cuyo rumbo uno desconoce y cambia a medida que avanza y toma forma. Es despertar el deseo que se creía extinto por errores cometidos en el pasado y tratar de que el recorrido sea entretenido y memorable para no caer en la monotonía. Eso no significa que funcione; este camino está plagado de eventos fallidos, tediosos e implacenteros que van quedando atrás pero siempre nos acompañan.
Por fortuna el panorama no es tan desolador, la etapa de conocerse el uno al otro es de lo más fascinante, aprender a querer en la diferencia, pensar siempre en el bienestar propio y luego en el del otro, no demostrar tanto interés y siempre esperar lo inesperado, es fundamental para lograr el objetivo.
El sexo es como un juego en el que se debe pensar siempre en ganarle al contrincante. No hay empates. se corre el riesgo de llevar las de perder pero aún así hay que hacerlo, no se aprende por cabeza ajena ni se disfruta leyendo e investigando. La experiencia es la mejor compañera.
¿Privarse de viajar al sexo?, ¡ni pensarlo!, éste viaje ayuda a conocerse a sí mismo y al otro, podemos vivir más felices, recuperar la confianza y seguridad propias, sirve pensar más claramente y entender que hay un mundo de posibilidades que esperan por nosotros para ser tomadas, desplegadas y recordadas.
Natalia Palacio Vásquez
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