jueves, 25 de agosto de 2011

Crónica de una noche en Cartagena

Llegaban de ver cine hasta el cansancio, con el calor pegándoles la piel, y con cierta tensión en el ambiente...al menos eso sentía ella, destilaba sudor con rastros de perfume, y crema para peinar, vestía un pequeño vestido blanco que acentuaba su bronceado vacacional.


y el, ella amaba mirarlo, estaba sencillo, así; como creen que es él cuando no lo conocen, vestía una camisa verde agua y unas bermudas, su pelo, y su barba crecían dándole tono medio extranjero, medio vacaciones, medio de los dos.

Entraron al hotel hablando de películas y de actores y de guiones, y reían y a veces callaban y se miraban a los ojos, y a ella el corazón le latía con fuerza, y a veces creía que el corazón se le iba a salir y a decirle a él que si estaba ciego, que si acaso no veía que ella moría por él?

Y así, entre conversaciones triviales, para evitar aquellos silencios incómodos, y aquellas palabras no dichas, llegaron al pasillo donde se encontraban sus habitaciones, ella lo miro con una sonrisitacoqueta, involuntaria por supuesto, si por ella fuera, hubiera querido pasar lo más desapercibido de sus sentimientos hacia él, pero, ese es el problema de tener ojos grandes. Él le sonrió de la misma manera, aunque tal vez no con la misma intensión, y la abrazo, fuerte, como si adivinara que era lo que ella más quería en esos momentos.

se dijeron hasta mañana, y ella, ya estaba anhelando que fuera mañana para volverlo a ver y abrazarlo, esta vez dándole los buenos días.

Se alejaron; cada uno cerró su puerta. Ella se sentó en la cama absorta, tenía que hacer una socialización consigo misma de todo lo que había pasado aquella tarde, y aún más! del hecho de estar con él en Cartagena; en la ciudad de los sueños, en el lugar que más amaba en el mundo, y lo más parecido al paraíso que conocía hasta ahora.

Pero, no sabía por donde empezar. Lo amaba tanto, lo deseaba, quería cada parte de él, y sentía tanto, que se perdía, y ya no sabía que sentía, era un sentimiento tan grande que la asustaba, le daban ganas de gritar, de correr, de saltar, de llorar y reír, y no podía. Lo máximo que podía hacer era llorar pasito en su cuarto, contiguo al de él.

Depronto; se le ocurrió una idea, si es que así puede llamarsele, a lo que no se piensa, sólo se ocurre y se hace en el acto sin pensar mucho en las consecuencias.

Entonces se levantó, abrió la puerta de su habitación y se dirigió a la de él, en esos contados segundos pensó en que iba decirle si le preguntaba que había ido a hacer a la madrugada a su cuarto: "sólo quería que habláramos- respondería-no puedo dormir", aunque que va, ella sabía, no, no sabia, sentía que el no iba a preguntárselo.

Aquella sensación, seguramente era la que la impulsaba, tenía esa extraña certeza de saber lo que el iba a decir, o a pensar, o a hacer.

Haló la chapa de la puerta de él, y pensó que era la mayor locura de su vida. Pero depronto, algo interrumpió su acción; la puerta sonaba como si se estuviera abriendo del otro lado.
En ese momento, la puerta desapareció; y se encontró con él, frente a frente, igual que como lo había dejado hace unos minutos, horas tal vez. Ambos sonrieron, ella quería excusarse, pero pensó que no era necesario, estuvieron de pie unos segundos, y luego el la abrazó, se miraron a la cara y el tomó con sus manos la cara de ella y se besaron, ella sentía chorros de agua caliente que se supone era su sangre, corriendo de arriba abajo despavoridamente, como si estuvieran celebrando lo que pasaba, como si cada célula de su cuerpo supiera de sus infinitas ganas por repetir ese momento. Y entonces la puerta sin explicación alguna se cerró, ella estabacompletamente a merced de él, podía pasar un siglo entero en ese momento. No necesitaba nada más, que su boca contra la de ella.

Sintió que tímida, pero decididamente, el la iba moviendo del lugar donde estaban, al parecer hacia la cama, no pudo evitar reír un poco en su interior; porque era una actitud que no parecía muy digna de él.
Como había esperado ella ese momento, como parecía tan utópico cuando hablaba de él, y decía que ella era la que tomaría las riendas en un asunto de ese tipo.

Al parecer no, estaba igual o más asustada que el. Ella se sentó en la cama, y lo miro, como preguntándole si lo que ella creía, era lo que iba a pasar. Se conocían, habían hablado infinidad de veces y de todos los asuntos existentes; pero jamás se habían pensado en una situación así. El la miró serio, tenía la cara roja, sudorosa, de la excitación, ella también lo estaba, pero cuando lo veía no podía evitar sentir ternura, no solo quería sexo con él, también quería abrazarlo y mimarlo y reír porque estaba feliz, feliz de tenerlo con ella y de verlohermosamente excitado, pensó. También pensó; que se sentía cursi pero no le importó, el se abalanzó sobre ella, como el más macho de los machos y comenzó a posar sus manos al rededor del cuerpo de ella.

Ella estaba paralizada, la yema de sus dedos (los de él) tocaba cada partícula de su piel, y la estremecían hasta el borde de la locura, luego comenzó a meter las manos por entre sus piernas, y la acarició suave y timidamente; ya estaba recuperando su estilo de nuevo, entonces, ella también lo tocó como una señal de aprobación, de que a ella le gustaba y que lo quería igual o más que él. El la miro a los ojos, y le sonrió, la beso suave y tiernamente, y comenzó a subirle el vestido; ella alzó las manos y sintió el vestido tapándole la cara por unos segundos; en los que aprovechó para hacer todas las caras de pena, miedo, y felicidad que podía haber hecho.

Luego; cuando el vestido no separó más sus miradas ella sonrió, y el le correspondió. Ella le quitó la camisa y así sucesivamente, hasta que estuvieron los dos desnudos, él encima de ella, luego ella encima de él, la suavidad y húmedad de su lengua carnosa inmiscuyéndose por cada parte insospechada de su cuerpo; y también, ella saboreo cada centímetro de él, ahora sabía a que sabia. Y definitivamente hacia mucho se había salido de ella, y había entrado en el placer animal más absoluto.
Sentía el éxtasis más puro que jamás hubiera sentido, pero en lapsos de tiempo; se sentía extraña, como una sensación adherida que jamás había sentido con ningún otro hombre, se notaba que no solo estaba concentrada en lo que pasaba allí abajo, si no que lo abrazaba constantemente, le tocaba el pelo, y la boca, y lo besaba en la nariz y en la frente, se rió, en ese momento se dio cuenta que por primera vez estaba haciendo el amor con alguien.
Que no era sólo sexo, y que tal vez, así ella se burlara, de ese termino tan cursi, si podía existir una pequeña diferencia entre esas dos expresiones.
El terminó exhausto abalanzándose sobre los pechos de ella; y abrazándola como un niño pequeño, ella lo abrazo y le comenzó a sobar el pelo, sabía que habían millones de palabras que decirse, pero no las quería pronunciar, y no quería que el lo hiciera, hacíafrío, pues el aire acondicionado estaba a mil.

Ella, que siempre después del sexo; terminaba hastiada de cualquier muestra de melosería, se veía ahora haciéndole pucheros a él, para que la abrazara porque tenía frío y para que durmieran juntos, con una pequeña y delgada sabana y con el calor de sus cuerpos. Y así fue. El se acomodó y la abrazó fuerte; como protegiéndola pensó ella, se rió en sus adentros, y pensó que no iba poder dormir, por estar repasando cada momento de lo que había pasado, por intentar ordenar sus sentimientos, y los de él; y por hacer mil hipótesis de porque habían llegado hasta ese momento. Lo raro; fue que no lo hizo, cayó igual de dormida que él.

Pasaron horas; 4, tal vez mas o menos. Su cuerpo, le hacía saber que ya las horas de sueño eran suficientes, sin embargo, ella no quería abrir los ojos. temía ver que todo había sido un sueño, o temía encontrarse con la realidad; que tampoco era muy alentadora. Esa noche, fue esa noche, y el resto de los días iban a seguir siendo como eran antes para ellos dos, sentía los rayos de sol intentando abrirle los ojos, pero ella resistía, recordó que aún seguía enCartagena, todo no podía ir tan mal después de todo. Decidió abrirlos lentamente, como si emitieran algún sonido que pudiera despertarlo.

lo vio, ahí dormido, tan frágil, tan lindo, era perfecto se decía ella, jamás iba a encontrar a alguien tan perfecto como él para ella, jamás volvería a amar a nadie tanto, comenzó a besarle despacio por toda la cara, en los brazos y en la espalda, sintió que le subía un taco por la garganta, y lo retuvo en la boca, las lágrimas comenzaron a brotar, era la despedida; y ella lo sabía. Posó suavemente la yema de sus dedos, y la pasó desde la frente, pasando por su nariz, hasta llegar a su boca rosada; que ella había besado hace pocas horas, y que moría por seguirlo haciendo. Se inclinó sobre el, y lo abrazó, miró su espalda, lo blanca que era, tenía pecas, sonrió y llegaron otra tanda de lágrimas que le nublaron la vista, lo abrazó, quería hacerlo fuerte pero temía despertarlo; si la veía llorando iba a ser un golpe para su orgullo, e iban a tener que decirse muchas palabras, que era lo que más temía con él. Se levantó despacio, se puso el vestido sin nada debajo, paró un momento en la puerta y se quedó contemplándolo desde lejos, como acostumbraba hacer, como era lo habitual.

Cogió el mismo impulso que había cogido para emprender rumbo hacia la habitación de la cual estaba saliendo, y se marchó.
Era esa su despedida, la más sensata, la más valiente que podía salir de ella. No quería hablar, no quería disculpas, ni excusas, menosexplicaciones, sabía que nada iba a cambiar, que con él las cosas pasaban sin razones lógicas, y tal vez en eso radicaba su magia. El silencio dolía, pero apaciguaba las palabras que podían ser más dolorosas aún, la duda siempre la iba acompañar como un arma de doble filo. No quería ser rechazada otra vez, temía volver a escuchar esas palabras.
Cerró la puerta, sabía que luego iba salir por la misma, bañada y vestida, aún con vestigios de olor a él, y con lágrimas represadas.
El, se despertaría, pensando que para ella había sido sólo una noche más de placer, y que lo más seguro era que había abandonado su lecho, con la satisfacción y el desinterés del deber cumplido.

Se sentiría mojado, con gotas de agua que se balanceaban por su espalda, y jamás sabría que no era su propio sudor, si no, las lágrimas de ella; de su despedida.
Irían a desayunar, y a ver el itinerario de las películas de ese día, lo de esa noche, era tema clausurado.

-Luisa María Posada

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