Sobre la superficie ajena a toda intención física, uno a uno se van incorporando los cuerpos, con el deseo ansioso de la victoria; uno tras otro, van desplegando sus movimientos y sus tácticas.
Sobre la superficie, los cuerpos se sumergen en una especie de juego en conjunto, los pies van entrelazando el objeto del deseo, luchan entre sí por dominarlo, y uno a uno se arrebatan la victoria.
Los cuerpos, recorren la superficie, compiten entre sí, se agitan y se agotan, se sienten inmortales, se extienden ondeantes en esa extensa y plana superficie, invadida por la ansiedad, los nervios y la euforia.
El objeto del deseo, le exige cada vez más a los cuerpos que sucumben ante la ambición de tenerlo. La satisfacción se revela cuando logran vencerse todas las expectativas, los cuerpos se apropian por completo del objeto del deseo y lo llevan hasta el ansiado extremo. Los cuerpos danzan y se desplazan de un lado a otro de la superficie, se entregan por completo al placer.
Sobre los cuerpos un olor a sudor que los cobija, el sonido de las palabras agitadas y el insaciable deseo de la victoria, acompañado de la palabra ¡gooooooool! Que pronuncia del otro lado el comentarista, con tono alto y voz de emoción.
Por: Natalí Herrera
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