En secreto estaba sentado tomando una cerveza en las bancas de una iglesia, era el fin de semana y mientras absorbía el líquido vital meditaba acerca de mis acciones.
Una llamada perturbadora había recibido antes desde mi edificio, pues una de mis prostitutas había robado unos anillos de un tal decano de una facultad de comunicación...
Teresa, dije, fue la causante de esta intriga y seguramente no lo pasaría por alto ni me pondría a bailar al respecto.
Así que le conteste al fulano que lo esperaba en el café de la esquina del edificio para entregarle su posesión. Que se tomara un tinto y se relajara le sugerí...
Una voz me dijo: hijo, esta es la casa de Jesús, necesito hablarte de algo... -ni Josué, ni Jesús padre, tengo un retraso en mi itinerario, lo dejo más bien para que pueda comer su cena padrecito.
Así salí apresurado y desde la iglesia decidí bajar a pie hasta el colombo a pasar por un ¨encarguito¨ que me tenía guardado esteban en el casillero. Luego llame a otra de mis perras para que ubicara a la bicha y me dijo que estaba en un bar cercano celebrando el golpe, le dije entonces que eso que había hecho teresa era su tiquete certero al otro lado.
Así me desperté, confundido y conmocionado por la pesadilla que me puso en el rol de un proxeneta.
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