En el templo de pueblo están vendiendo los tiquetes para el baile que van a hacer el fin de semana en el kiosco del parque; eso fue lo que me dijo Esteban cuando me invitó a salir por primera vez. Yo muy contenta acepté su invitación de una, lo que no me esperaba era que me tocara a mi comprar las boletas.
Toc, toc, toque en la puerta de la casa cural del padre Josué, quien abrió la puerta con cara de sueño y un tinto en la mano. Hola padre Josué, como está? Le pregunté, a lo que él me contestó, no me diga padre, dígame doctor; yo con una sonrisa le pregunté cual era el costo de los tiquetes para la rumba, super baratas, me contestó, a $10.000 cada una, a bueno gracias “doctor” y me dispuse a irme. Venga Marcela no se vaya tan rápido ¿por qué no las compra de una vez?, es que no me alcanza, solo tengo $15.000 y necesito dos. Josué en mucho secreto me las vendió a se precio, pero con la condición de que aceptara una invitación a una cena con vinito y todo algún día.
Se llega el fin de semana y la hora de la fiesta y nada que me recogía Esteban, por lo que decidí darle una llamada a ver que pasaba, porque su retraso era enorme; tristemente me contestó que estaba con los amigos en un bar y que me fuera sola.
Llamé a mis amigas y quedé de encontrarme con ellas a la entrada, como me sobraba una boleta Teresa una de mis amigas que tiene la facultad de vender hasta un hueco, la cambió por unos anillos hermosos que nos hacían falta para esa noche vernos más divinas.
Entramos al edificio y nos los hicieron quitar para guardarlos debido a su alto costo, llevándolos al casillero del padre Josué que era el más seguro del establecimiento. Compramos una cerveza para cada una y casi que no empieza la rumba; cuando de pronto el animador dijo: denle la bienvenida a “El Gran Colombo de las Estrellas”.
Juan Diego Muñoz Escobar
Esta es la historia hecha en clase con las palabras propuestas.
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