Emprender un viaje en muchas ocasiones puede ser emocionante, excitante y muy divertido, pero depende también del lugar que se visita… si no se tiene cuidado puede ser catastrófico, se puede acabar con la vida como la conocíamos hasta ese momento, puede llegar a ser estresante, frustrante y muy desesperante…
Cuando te das cuenta que las cosas ya nunca más van a ser como antes quisieras devolver el tiempo emprender un viaje más seguro, pensar mejor las cosas, y no actuar sin pensar… Y ahí está, gritando, llorando, babeando y parece como si te odiara y quisiera hacer tu vida imposible, no te deja dormir, comer, ni cagar en paz, siempre debes estar pendiente de él porque no puede valerse por sí mismo, debes cambiarlo, alimentarlo, ayudarlo a dormir, cargarlo todo el día hasta que ya no puedas más… Cuando por fin piensas que puedes dormir y descansar plácidamente en tu cómoda cama… Suena ese aparato infernal que te da la señal de desplazarte a la habitación de al lado a alimentar a ese pequeño demonio para que vuelva a dormirse y te deje dormir una hora más hasta que vuelva a chillar… En ese momento piensas en aquella noche de placer y diversión, esa noche que pensaste que era la mejor noche de tu vida, esa noche en la que el sexo y el alcohol despertaron en ti las más intensas sensaciones que jamás habías sentido… y nueve meses después… quieres volverte loca, pero de dolor y angustia porque de ahora en adelante tu vida jamás volverá a ser la misma… Por eso si vas a viajar al sexo, hazlo con condón…
María Fernanda López Mejía
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