Pero no por eso, lo que pasa allí no deja de ser interesante, ni caótico.
A eso de las 10:30 casi 11 de la noche llegan 4 jovencitas no exceden los 20 años, van en manada, en filita, con esa nueva tendencia feminista, de salir sólo niñas, para ver que se consigue, y si no se consigue nada, pues al menos se emborrachan y hablan de todos los tipos que vean. Cada una aunque, es evidente los rasgos similares de la moda, y de el hecho mismo de ser tan cercanas, muestran un aspecto diferente, Aurora, es delgada, alta, una belleza exótica dicen algunos, Valeria un poco menos alta, rubia y con un aspecto rudo, de que puede con la vida, pero la vida no con ella; Mariana por su parte, es un prototipo de lo que cualquiera llamaría ordinario, o normal, estatura y contextura comunes, así como su cara y el color de su cabello; sin embargo los que la conocen a fondo, saben que a diferencia de su apariencia la normalidad no es un adjetivo que se la lleve con ella.
Por último tenemos a Luciana, la más pequeña de todas, en estatura, solamente. porque de hecho va encabezando la fila, y con su apariencia de femme fatale, y su coquetería innata, llega con mucha presencia y seguridad a la barra, intenta hacer contacto visual con uno de los meseros y cuando ya lo tiene, procede a sonreirle inocente, pero pícara, y a hacerle unos pucheros que traducen sus verdaderas intensiones, el mesero sonríe, al parecer mordió el anzuelo, y le entrega un vaso húmedo repleto de espumosa cerveza, ella ríe complacida; pero con un gesto se aparta y le muestra que necesitará más de un vaso para el resto de sus acompañantes.
El hombre se dispone a servir los tragos faltantes, en realidad Luciana no consiguió las cervezas por su belleza, ni por sus delirios de diva de la edad dorada, simplemente; es una promoción no muy rentable a decir verdad del sitio, que consiste en regalar cerveza a las damas, para incentivarlas a que consuman en el sitio y que sus amigos acompañantes, si compren el licor.
El truco, no da mucho resultado, y menos, cuando hay mujeres dispuestas a embriagarse con poco dinero y con mucha astucia. Así eran estas cuatro jovencitas, conocían el sitio, y como era la movida, también sabían como retirarse, y seguir la fiesta en otro lado con gente y música más divertida, pero ya iniciadas con aquel trago gratuito. Aunque esa noche, decidieron hacer una excepción, se sentaron en una mesa vacía; las más sensatas protestaban pues, no tenían mucho dinero para pagar los licores de la casa, las mas osadas reían y sugerían que disfrutaran del trago, mientras se percataban de su presencia, y les ordenaban que abandonaran el lugar.
Lo cierto, es que fueron ellas, quienes se percataron de otras cosas, Valeria, entre ojeadas al sitio que no era muy grande, se encontró con una mesa repleta de la última gente con la que se quería encontrar, su ex novio, con su actual novia, y los amigos de la pareja, que alguna vez también habían sido amigos de ella. se puso tensa, incómoda, pero con esa rudeza que la caracteriza, no hizo protesta alguna, al contrario propuso ver el presupuesto en total y pedir otra jarra de cerveza, para cuando se acabara la que tenían.
Luciana, por el contrario, se percató de aquel cuadro llamativo de The Beatles y la nostalgia se apoderó de ella, era una romántica hasta el aburrimiento, y aunque entre sus planes, no estaba suicidarse aún antes de los 30 años, si le encantaba andar fantaseando por ahí con aquellos que jamás le iban a ofrecer nada real, eso la alentaba, y la hacía feliz, por extraño que parezca, y su actual víctima que no lo sabía, era un amante consagrado de dicho grupo; por lo que Luciana, quiso cargar de dramatismo su noche y argumentando con los tragos que ya tenía en su cuerpo, se dispuso a mandarle un mensaje de texto, de esos sorpresivos de sábado en la noche, que sólo pueden significar una cosa, y que seguramente fue lo que el joven entendió. El mensaje no decía mucho eran dos renglones tal vez, pero el solo hecho de mandarlo a altas horas de la noche, es el contenido implícito de dicho mensaje.
Por su parte; Aurora sólo se concentraba en tomar y fumar, y hacer ambas acciones intercaladas y consecutivamente, el joven con quien pasar la noche ya le llegaría por añadidura. A Mariana, los tragos la pusieron sensible y dramática como siempre, a escondidas de Luciana, que quien irónicamente era muy orgullosa y prohibía a sus amigas esas muestras de poca dignidad; sacó el celular, para llamar a su tormento, un jovencito que sólo tenía sexo ocasionalmente con ella, y aunque Mariana se jactara de ser una persona abierta y desapegada, en momentos como este, se daba cuenta que tal vez, sentía un poco más de lo debido.
La noche avanzaba, la jarra de cerveza ya iba por la mitad, y todas ya comenzaban a cambiar sus estados de animo tan bien puestos del comienzo, Valeria no soportaba la situación, pero tampoco pensaba compartirla, Luciana estaba demasiado inmersa en su celular en una conversación de mensajes de texto con aquel muchachito (la conversación no era nada insinuante, por supuesto) pero, depronto se le ocurrió llamar a un muy amigo suyo, que demostraba hace tiempos tener sentimientos por ella, los tragos la habían hecho querer desinhibirse, y tomar el control de la situación que ella quisiera; Mariana, estaba molesta, mal genio, la conversación con aquel joven, al contrario de proporcionarle felicidad y calma, la dejaron molesta y tomaba de la jarra sin parar a su vez que estaba retraída, y respondía de mala gana cuando alguna le preguntaba que le pasaba.
Al fin, Aurora que era, aunque no la más sobria, si la del estado de animo más neutro, propuso que se fueran, se llevaran la cerveza que quedaba en sus vasos como siempre lo hacían, y se fueran a buscar quien les brindara más licor, y quien sabe, tal vez algo más, eran las 12:30 la noche era joven aún.
Valeria al fin explotó, le dijo a Luciana quien de todas era su mejor amiga, que tenía sueño, que se quería ir, Luciana le preguntaba que pasaba, pues la veía ebria, y bastante alterada, y así fuera de las que ocultara sus sentimientos, algo así, no le pasaba desapercibido a Luciana, y más cuando de su mejor amiga se trataba, al final, sin esperanza de poder convencerla de que se quedara y arreglarle la noche, Luciana dejó que Valeria tomara prestada la sombrilla de su cartera y se marchara, sin despedirse.
Todas quedaron con cara de acontecimiento, pero Luciana no tenía ninguna intensión de aclararles nada.
Tomaron el único paraguas que quedaba y salieron del sitio. parecían pollitos en fila, apretujados en la pequeña tela que las protegía de la dramática lluvia de esa noche, a propósito, la lluvia era una señal de que la noche iba a estar cargada de drama, al darle el último vistazo al sitio antes de abandonarlo, Luciana notó con sorpresa la razón de tan extraño comportamiento de su amiga. Veía ahí a aquel jovencito con su nueva pareja, se sintió un poco molesta de ver una gran sonrisa en su rostro, y comenzó a llamar a Valeria para preguntarle cómo estaba, Valeria no contestó. Días después, se enteró de que había llegado a su casa y entre agua de lluvia y de sus lágrimas se acostó en su cama, a llorar toda la noche contra la almohada para amortiguar el ruido, y que nadie se diera cuenta, así era Valeria, no aceptaría jamás que en ocasiones la vida, si podía con ella.
Iban caminando por aceras húmedas, viendo cómo la gente se escampaba en los techos, todo este asunto de la lluvia desesperaba a Luciana, y más aún los zapatos de tacón alto que tenía y que desde hace rato había dejado de llevar con el mismo glamour que al principio de la noche. Finalmente, se encontraron con su "amigo" que con cara de ponque la saludaba complacido, todas le sonrieron con un poco de cortesía, un poco de lástima, al saber las intensiones de Luciana.
como toda una pantera, que planea sigilosa sus movimientos, lo llevó a lo largo del corredor por donde se encontraban todos escampándose, y al final; a un bar, dónde con la misma sonrisa-puchero medio inocente, medio coqueto le pidió que la invitara a un shot, y entre chantilli que le había untado en la nariz y en los labios, procedió a besarle sin el menor tapujo y con plena seguridad de no ser rechazada, el beso fue largo, tal vez más placentero para él, que para ella, el placer de ella, radicaba, en tener en la misma noche, a alguien en sus labios mientras recibía un mensaje de texto del señorito platónico.
Aurora, encontró a su víctima de esa noche, tal vez un viejo amigo, uno nuevo, o un completo desconocido, ella no escatimaba en cuanto de sexo se tratara, se necesitaban pocas palabras, y mucho licor para complacerla, y comenzaron las sonrisitas lujuriosas, los besos en el cuello, y la alejada disimulada pero constante de los demás.
Entre tanta lluvia, tanto licor, tantas feromonas en el ambiente, Mariana se sentía débil, y era la oportunidad para que el joven que la complacía entrara a escena, y así fue, Mariana cogió su celular, y también echándole la culpa a los tragos que tenía en su cabeza ya no sólo cerveza, procedió a llamarlo, y en medio de bromas e indirectas, y cómo quien no quiere la cosa, logró que el jovencito soltara el tan anhelado: "si quieres puedes venir a mi casa, que estoy solo" ni corta ni perezosa se dispuso a medio arreglarse en el tocador del pequeño bar del pasillo, y a despedirse de Luciana y Aurora quienes estaban ya entretenidas, argumentando que su mamá había llegado de imprevisto por ella, nadie le creyó, pero tampoco nadie la detuvo; así Mariana cogió un taxi y se dirigió a recibir su dosis de lujuria de la noche.
Aurora al fin cedió a irse a un lugar mucho más privado, aunque lo de hacerse la difícil era mero protocolo; si por ella fuera ya habría pasado hace rato, es más, a veces se preguntaba porque aquel joven demoraba tanto en actuar, se fue. Luciana no echo su presencia de menos, por que así también era Aurora, escurridiza y esquiva con las explicaciones.
Finalmente; Luciana era la única que quedaba de las 4, ya un poco desinteresada en aquel jovencito, que seguía solicitando sus besos y su atención con fervor, le sonrío culta pero desinteresada, como era su estilo, y alejándolo de a poco comenzó a bostezar, hasta que el jovencito caballero se percató y pese a sus deseos se ofreció a llevarla en un taxi, Luciana sabe como es el asunto de los tragos, los taxis, y los besos, así que se negó, y dijo que sólo necesitaba que la acompañara a cogerlo, y así fue.
Luciana llegó a su casa; no muy segura si la noche había sido lo que esperaba, y cogió su celular a repasar lo que había "conversado" con su jovencito platónico, después de todo, eso había sido lo más interesante de su noche.
Luisa María Posada
No hay comentarios:
Publicar un comentario